23 julio 2021

El vértigo de las opiniones. Artículo sobre la fecha del 24 de julio de 1904 publicado en La Provincia en 2004

Fuente: propia

 Después de releer atentamente el prolijo artículo publicado por LA PROVINCIA “Los botes y una tesis” de Juan Cabrera Santana, no voy a entrar, ni mucho menos, a contestar las desconsideraciones sobre mi persona, porque ellas se contestan solas. En lo que sí voy a entrar es en la cuestión que nos ocupa y a muchos preocupa, que no es otra que la del origen de la competición de los botes de vela latina en Las Palmas de Gran Canaria. Porque hoy por hoy estamos en la misma tesitura que ayer y que siempre, en una tesitura de opiniones, muy respetables, pero sin fundamento científico; la investigación científica se fundamenta sobre la base de hechos demostrables, objetivos y fiables y no sobre la base del vértigo de las opiniones. Y sobre esta base, la del vértigo de las opiniones, se construye la tesis de los que mantienen como inicio de las regatas de botes de vela latina, la fecha de 24 de julio de 1904 y que es el fundamento principal para la celebración del discutido centenario. 

Los pilares de esa tesis son afirmaciones tales como que «El 24 de julio de 1904 es la fecha indicada en la que nuestro pueblo llano tomó su peculiar concepción de las regatas de botes», o cómo «la primera regata oficial se celebró el 24 de julio de 1904 con motivo de las fiestas de San Cristóbal». 

A mí me gustaría conocer, porque hasta el día de la fecha no se ha hecho, y han tenido a su disposición algunas páginas del periódico más leído, qué datos tienen para afirmar lo que afirman. La historia en general y la historia de la Vela Latina Canaria en particular se escribe con hechos demostrables documentalmente, porque si no fuera de esta manera, nos perderíamos en el infierno de la verborrea. 

En este sentido, a mí me gustaría conocer los documentos, si existen, que dan a esa regata tan alto rango histórico, quién o quiénes son los que dan tan alta condición, y por qué esa regata es la primera regata oficial de la que se tiene conocimiento documental y de por qué no lo son las otras. Porque históricamente sería interesante conocerlos y pondría a muchos en su sitio, incluido a quien esto escribe, y este centenario estaría justificado. Sin embargo, esa «oficialidad», esa «peculiar concepción», parte de la publicación de un anuncio, de una regata de botes a vela, en la prensa y de la opinión de las personas que sostienen la tesis del 24 de julio. 

Y si los únicos argumentos que se quieren esgrimir para echar por tierra la tesis, de que ya por 1874 o incluso en fechas anteriores, los ciudadanos de Las Palmas de Gran Canaria ya contemplaban regatas a botes a vela latina, es decir que, con la regata de 1904 el pueblo tomó la concepción de lo que hoy en tendemos por regatas de botes o inducir que la regata de 1876 no se celebró o que incluso no era de botes a vela latina, es mucho entender y suponer porque los datos son tozudos y si la regata de 1876 deja margen a la duda, las posteriores regatas no dejan margen a la duda ni a las especulaciones. 

Creo que es pertinente, en este punto, centrar el debate y, en ese sentido, hay que decir que lo que se está analizando no es otra cosa que el inicio competitivo de los botes de vela latina en la ciudad, de la primera regata oficial y competitiva de botes de vela latina de la que se tiene conocimiento documental, independientemente de la evolución que posteriormente sufrió este deporte (todos los deportes evolucionan desde su génesis) y no las regatas de goletas y bergantines en África, ni de barquillos o botes en Gando, Sardina o Mogán, y menos las elucubraciones sin fundamento sobre la concepción que te nía el pueblo llano de las regatas de botes, sino de aquellas regatas que se fueron celebrando desde 1874 con motivo de las fiestas de San Pedro Mártir y conquista de Gran Canaria, en la bahía de Las Palmas, por botes de vela latina que tenían una mínima estructura deportiva demostrable documentalmente. 

El origen de un deporte está en las primeras manifestaciones de ese deporte, de las que se tienen constancia documental, esos y no otros, son los elementos sobre los que se construye la historia de un deporte. 

En relación con la estructura deportiva, las regatas que a partir de 1874 comienzan a surcar nuestra bahía tienen una estructura mínimamente deportiva de mostrable con documentos escritos, a saber: un organizador oficial, en este caso, el Ayuntamiento, que coordina los diferentes elementos que van a configurar las re gatas a botes de vela latina, es decir, solicitando los permisos correspondientes y necesarios y construyendo una mínima estructura organizativa de recursos para que esas regatas se puedan llevar a cabo:

  • Un campo de regatas establecido entre un punto de la Bahía y el Muelle de Las Palmas. 
  • Un sistema de competición con premios para los ganadores, para el primero, segundo y tercero. De este sistema de competición se debe deducir una organización mínima de jueces, que dieran la salida y la llegada de los botes y que determinaran quiénes eran los ganadores. 
  • Y lo más importante, la participación de botes de vela latina, porque los botes a vela, lo eran de vela latina y no otra clase de vela, porque así lo de muestran multitud de documentos pictóricos y fotográficos de la época y porque para navegar en nuestra bahía, en los años a los que hacemos referencia, la vela más idónea era la latina, porque permitía navegar en bolina frente a los vientos alisios que frecuentemente venían y vienen de Norte o Noreste. 

Desde el punto de vista de la estructura de los deportes y de las teorías del origen de los deportes, estas regatas contaban con todos los elementos para considerarse deportivas y que se fundamentan en que una organización, en este caso el Ayuntamiento de la ciudad de Las Palmas decide organizar una regata, para lo que coordina a un grupo de personas, estableciendo unas incipientes, normas o reglas, para llevar a cabo una actividad física de movimiento en botes de vela latina, con signo lúdico-deportivo y carácter competitivo y con una situación motriz claramente identificable. 

La combinación de todos estos elementos y su constatación documental, son los que establecen y sitúan el origen de la vela latina de botes en las regatas que se celebraron después del primer intentó de 1874, que siguieron celebrándose en 1876, 1877, 1878, 1881, 1882, 1883, etc., y de las que se tienen constancia. Afirmar que estas regatas no son el origen competitivo de los botes de vela latina canaria sin aportar argumentos fiables y objetivos que se puedan constatar, es una temeridad, y más cuando se hace desde el desconocimiento y desde la atalaya de la opinión y no desde el conocimiento científico. 

El punto de discusión es por qué las regatas de botes de vela latina que se celebraron a partir de 1874, con elementos de estructura deportiva, no son el origen de la vela latina canaria y qué razones, que se puedan demostrar, son las que hacen de la regata del 24 de julio de 1904, punto de origen de nuestro deporte, y qué diferencias esenciales y demostrables, hacen que esta regata sea considerada la primera regata oficial, de la que hasta el día de la fecha no se han aportado documentos fehacientes que apoyen esa tesis. 

Para concluir, tres apuntes: primero, decir que la Federación Canaria de Vela Latina de Botes es libre de poner su centenario cuando estime oportuno e, incluso, apostar y defender la fecha de 24 de julio de 1904 como la primera regata de botes a vela, pero lo que no puede pretender es que algunos comulguemos con esas piedras de molino. 

Segundo, que en el último trabajo de investigación que se conoce sobre los juegos y de portes tradicionales canarios ya se recogen como primeras referencias documentadas a las regatas celebradas a partir de 1874, y tercero, me parece triste que ignoremos la historia de es te deporte, de aquellos que hace más de cien años empezaron a poner los pilares de lo que es hoy la Vela Latina Canaria.