02 marzo 2018

La luna y el anacoreta


Un anacoreta le preguntó a la luna por los caminos que le quedaban por recorrer en su vida. La luna no se sorprendió porque no era la primera vez que un humano hablaba con ella y nunca les había contestado. Sin embargo, aquel viejo escuálido, que solo contaba con una taparrabos sucio, un cayado y una calabaza seca, le pareció digno de su respuesta. Así que le contestó:
-Yo no sé de los caminos de la vida de los humanos. Yo solo entiendo de crecer y menguar, de salir y ocultarme, del subir y el bajar de las mareas y algo de eclipses. De eso me ocupo y preocupo. Pero si te sirve de algo, oí una vez a un sabio humano, hace ya muchísimos años, que los caminos que recorres eran como los libros; de ellos siempre terminas aprendiendo algo. 
El anacoreta se quedó satisfecho con la respuesta. Comprendió lo que había dicho aquel sabio. Él había aprendido mucho de los veinte años que había estado en aquella cueva solitaria. Así que se levantó, cogió su cayado y su calabaza seca y salió a intentar aprender algo de los caminos que le quedaban por recorrer.