28 abril 2023

El límite

 

Fuente: bing


No llegué. Me desvanecí cuando solo me quedaban trescientos metros para cruzar la meta. Cuando me desperté no sabía ni donde estaba ni qué había ocurrido, hasta que caí en la cuenta al ver mi dorsal. Mi primer impulso fue levantarme. Tenía que terminar la carrera, pero el médico me paró en seco. La carrera se había acabado para mí.

El mundo se me vino abajo. Tanto tiempo de entrenamiento para nada, pero una nunca sabe qué te puede ocurrir. Mi madre me lo decía: hoy estás aquí y mañana allí. Sí, hay que vivir el momento. El Carpe Diem, lo llaman. Aceptar lo que te venga y cuando te venga. Lo acepté.

Estuve en la camilla más de media hora hasta que me recuperé. Me levanté y le pregunté a mi entrenador dónde me había desvanecido y me llevó hasta el lugar exacto. 

Al acabar el evento, cuando ya casi se habían ido todos, fui hasta el punto donde me desmayé y recorrí los últimos trescientos metros despacio, a trote cochinero, sintiendo como mi cuerpo volvía a activarse, como mi cerebro se volvía a concentrar, sintiendo el frío de Atapuerca, solo tenía que terminar y terminé.