21 enero 2011

No me importa


Todo el mundo sabía que era una mujer bala, que iba de mano en mano como una moneda falsa, pero a él no le importaba. Él se había enamorado de su primigenia inocencia, corriendo tras sus «ma, me, mi, mo, mu», jugando con su «mi mamá me mima» y de su eterno «eres mi amiguito» tras aquel tierno beso en la mejilla. La vio crecer tan rápido que le perdió la pista. Luego la encontró hecha una mujer, pero perdida en el bucle de las drogas. La fue a buscar para rescatarla y decirle: «todavía eres mi amiguita».