22 diciembre 2018

El efecto mariposa de una hebilla


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Llegué a la estación cuarenta y tres minutos antes de la hora de la salida del tren. Tiempo suficiente para tomarme un buen desayuno que después haría su efecto somnífero y podría dormir las dos horas y media de viaje que duraba el trayecto Barcelona-Madrid. Al acabar mi desayuno me dirigí a pasar el control de pasajeros y lo pasé sin ningún problema.
Me entretuve leyendo el último libro de Peter Svansen, «La cubierta» hasta que comencé a notar un revuelo a mi alrededor y ese revuelo se transformó en un aviso por megafonía que teníamos que abandonar la estación lo más rápido posible.
El pánico se apoderó de los pasajeros porque se propagó el rumor de que había una bomba en algún lugar de la estación. Todo el mundo comenzó a correr como si les quedara dos segundos de vida y como dicen, el miedo es libre y tanto que es libre, porque algunos corrieron despavoridos empujando para salir lo antes posible del infierno potencial. Yo abandoné la estación sin prisa, pero sin pausa.
Estuve fuera de la estación más de una hora sin saber qué había pasado, con la única información de que la evacuación había sido por un aviso de bomba. Con más calma y a través de los periódicos digitales nos enteremos de cuál había sido la razón y no había sido otra que una hebilla de cinturón con forma de granada que había pasado los controles pertinentes. Tuve tiempo entrar en la aplicación de Cabify para suspender el servicio contratado y a la espera de saber a qué hora retomaría mi viaje a Madrid.
Cuando supe la hora de salida de mi tren, volví a entrar en la aplicación de Cabify y contraté el un servicio. Pasadas cuatro horas y cuarto pude coger el tren rápido hasta Madrid.
Al llegar a la capital madrileña el coche de Cabify me esperaba fuera de la estación que me llevaría a mi destino. Durante el trayecto le pregunté por qué tenía un lazo negro en la antena del vehículo y el conductor me respondió porque un compañero había tenido un accidente mortal por la mañana cuando regresaba de la estación de Atocha. Un camión se había saltado un stop y lo arroyó. No sé muy bien porqué le pregunté si sabía la licencia del conductor que había fallecido. Me dijo que sí y me la dio. Abrí la aplicación y era el conductor que tenía que recogerme a mí si hubiera llegado en hora a Madrid.
No le comenté nada al conductor. Realicé el recorrido pensando en las casualidades de la vida, como que un simple objeto: una hebilla con forma de granada pueda cambiar tantas cosas, porque si el guardia de seguridad la hubiera detectado, yo hubiera cogido el tren rápido sin ningún problema, habría llegado a Madrid a la hora prevista y el conductor de Cabify no habría muerto arrollado por el camión porque todo habría cambiado.