21 septiembre 2009

Pascual, la compra y la ciática.

Pascual se levantó temprano. Fue a la nevera y no tenía nada, ni siquiera un bote de leche para hacerse el cortado de las mañanas. Se acercó a la cómoda y comprobó que tenía treinta euros, suficiente para hacer la compra de la semana. Fue al supermercado y llenó una cesta con los productos principales, pan, leche, fruta, carne y un poco de embutido. Salió con cinco bolsas, se detuvo, la ciática estaba volviendo a hacer de las suyas, un dolor intenso le bajó desde la cadera hasta el talón y le paralizó el pie derecho. Se metió la mano en los bolsillos, ni un céntimo. Soltó las bolsas en el suelo, se apoyó en un árbol cercano para coger un poco de respiro. Vio un taxi, levantó la mano como pudo, el taxista paró muy cerca suyo, se subió y con un quejido le indicó donde quería ir.
Una mujer rubia observó la escena desde lejos, se acercó, miró a un lado y otro, mientras veía como Pascual se alejaba, cogió las cinco bolsas y se marchó calle abajo con la compra de la semana.
Por el camino, Pascual se percató de dos cosas, que había perdido la compra y que sería muy difícil explicarle al taxista que no tenía un chavo para pagarle la carrera.