14 mayo 2019

La tirolina

Tendría yo nueve o diez años, no lo recuerdo bien, pero si recuerdo, a la perfección, cuando hicimos la tirolina en el barranco que estaba detrás de Los Galgos que, con los años, fue ocupado por un centro comercial que fue medio fracaso hasta que llegó una cadena de supermercados y le dio otra vida a la instalación.
La idea de la tirolina se nos ocurrió porque encontramos un cable de acero que era muy largo, tanto, que llegaba desde los lindes del barranco, que era una de las aceras, y llegaba al muro que hacía de frontera entre el barranco y el canódromo.
No lo pensamos mucho, atamos el cable a la barandilla que hacía de límite entre la acera y el barranco y lo llevamos hacia el muro. Allí, con mucho esfuerzo, logramos hacer un agujero en el bloque para poder pasar el cable de acero y poder atarlo debidamente.
Cuando quedó atado, probamos la tirolina, pero sin saber cómo la íbamos a usar. A uno de los nuestros se le ocurrió que podíamos usar el volante de una bicicleta vieja para tirarnos hacia abajo. El primer valiente se tiró con el volante, pero cogió tanta velocidad que se pegó un buen trompazo, aunque logró amortiguarlo utilizando sus pies.
Entonces teníamos otro problema, esta vez relacionado con la seguridad. Así que volvimos a pensar y se nos ocurrió que podíamos poner al final, algunas gomas de coches (teníamos cerca una gasolinera que arreglaba neumáticos) y eso fue lo que hicimos.
Sin embargo, los trompazos seguían siendo considerables, hasta que uno de los amigos vino con un colchón viejo, le hicimos un agujero, pasamos el cable y lo sujetamos al muro con cuerdas y tachas. Así que, el binomio colchón y neumáticos funcionó casi a la perfección y nos lo pasamos muy bien tirándonos como locos barranco abajo.
Fuente del vídeo: Youtube
Pero nuestra felicidad duró poco, porque algún vecino preocupado llamó a la policía municipal y desmontó nuestro invento manifestándonos que lo que habíamos hecho era una locura y que podríamos haber tenido un accidente grave, pero eso nunca ocurrió.
Lo único cierto es que nosotros nos lo pasábamos muy bien con nuestra tirolina casera.