24 enero 2019

Encuentro casual

Fuente: propia
Entré en el centro comercial y me senté en un banco junto a una pareja de mediana edad. El hombre me miró y se movió de su sitio, como si quisiera guardar las distancias conmigo. Ella me miró por unos instantes y me sonrió. Saqué mi libro electrónico y comencé a leer el último capítulo del ensayo «Las distopías neuronales y sus consecuencias en el aprendizaje matemático de Bernert Wallpart». Cuando estaba comenzando el primer párrafo, él le decía a ella:
—Para mí el orden es muy importante. Lo sabes muy bien. No podemos llegar al centro comercial sin tener una ruta prefijada. Sabes que me pone de los nervios ir de aquí para allá como un pollo sin cabeza. Por esa razón te ruego que nos tomemos un tiempo para planificar nuestra ruta.
—Si lo sabré bien. Eres como un tren que tiene que ir por unos raíles prefijados.
Con el rabillo de mi ojo izquierdo vi que el hombre sacaba un bloc de notas y le preguntó a la mujer:
—La primera pregunta que quiero que me contestes ¿qué hacemos aquí?
—Ya sabes la respuesta.
La mujer hizo una pausa y después dijo:
—Pasear.
—¿Pasear? ¿No veníamos a comprar algunos regalos para los Reyes?
—Sí y no.
—¿Qué significa sí y no? Eso es lo que me pone enfermo. Tu indefinición. ¿No puedes ser más concreta, tener un objetivo?
—Yo paseo y si veo algo que me interesa lo compro. Tú eres un planificador empedernido. Yo, por el contrario, soy más de vivir el momento.
—¿Vivir el momento?
—Sí, Mario, aquello que llaman el Carpe Diem. Salir a la calle con el único y exclusivo objetivo de dejarte llevar, sin tener nada planeado.
—Sabes muy bien que yo no puedo con eso.
—Mira —la mujer hizo una pausa—, hacemos una cosa para que te quedes tranquilo y puedas sobrellevar el duro día de hoy, en el que no tienes un plan predefinido. Tu objetivo de hoy es quedarte aquí sentado a esperarme. ¿Ok? Mientras yo me voy a dar un paseo por el centro comercial y cuando acabe te envío un wasap. ¿Qué te parece?
—No, no me parece bien. No me voy a quedar como un pasmarote esperándote aquí sentado. Me voy para casa. Tengo muchas cosas que hacer que perder el tiempo en no hacer nada.
—Bien, pues ya tienes el objetivo del día.
La mujer se levantó, le dio un beso en los labios y le dijo:
—Nos vemos en casa.
—¿Llegarás a tiempo de comer?
—No lo sé, pero no te preocupes. Ya sabes, Carpe Diem.
Se dio media vuelta y se fue.
El hombre se quedó unos instantes con el block en la mano, mientras que yo hacía que leía el último capítulo del ensayo. Después se levantó y se fue en dirección a la salida del centro comercial.
Me quedé sentado, guardé mi ebook y caminé en dirección a la barbería. Al llegar entré y anulé la cita. Ese día se lo iba a dedicar al Carpe Diem y, quizás, algunos días más.