28 mayo 2014

Yo, Benito Pérez Galdós y la XXVI Feria del Libro de Las Palmas de Gran Canaria

Ya sé, Don Benito, que esto no tiene nada que ver con usted, que los asuntos mundanos ya no le interesan porque usted está en el Olimpo con los Dioses, pero pasaba por aquí y quiero comentarle un asunto muy particular.
Esta semana comienza la XXVI Feria del Libro de Las Palmas de Gran Canaria. Todo un acontecimiento literario que removerá los cimientos de la intelectualidad parroquiana por unos días. Traen primeras figuras de la galaxia literaria nacional para que se encuentren con sus lectores y, al tiempo, un montón de actividades paralelas, música, teatro, recitales, conferencias, foros, etc. No se aburriría, Don Benito. La pena es que dura cuatro días y medio. ¡Qué lejos están aquellas Ferias que duraban dos semanas y todo era más sosegado y había tiempo de compartir! Ahora, Don Benito, por razones de Euros, (de perras gordas, para que me entienda) la Feria se ha recortado en presupuesto y en tiempo. Ya sabe, la cultura es la primera de la lista cuando suena la campana de la crisis, porque ellos piensan que es prescindible y en esta feria, super-reducida, es un corre-corre y tengo la sensación de que todo se me escapa. No hay tiempo y hay que cumplir con el programa, dejando por el camino un chorreo de buenas intenciones.
Como ya le comenté, Don Benito, los organizadores se traen a una veintena de figuras nacionales, de esas que están en el candelero literario y que recorren el país siguiendo las guías de la mercadotecnia que les marcan sus editoriales. Y como no puede ser menos, ocupan las mejores horas del programa  —es que vienen de muy lejos y tienen un nombre—, dejando la pedrea horaria para los autores de esta tierra.
Sí, ya sé que usted tuvo que salir a escape de Gran Canaria porque aquí no había futuro y que en estas ínsulas los cuchillos están más afilados.
Pero para los escritores de esta tierra, la Feria del Libro es un escaparate para darnos a conocer y necesitamos más espacio y más tiempo; es una oportunidad de oro para que los nuestros nos conozcan y nos lean.
Sin embargo, los organizadores de la feria no lo ven así, para ellos lo más importante es el glamour y la alfombra roja y piensan que los escritores canarios no tenemos caché; poco le importan el futuro de los que nos dedicamos a esto de escribir en esta tierra, que simplemente queremos sacar un poquito la cabeza y decir: «He escrito una novela, ¿les interesa?»
Para mí, Don Benito, esto tenía que ser al revés, que los protagonistas fuesen los escritores canarios, que los hay muchos y muy buenos, y que se hablase de la literatura que se está haciendo en Canarias porque no tenemos otra oportunidad de hacerlo. Son oportunidades que se pierden.
Claro que sí, amigo, cada uno ve el mundo desde su particular punto de vista y puedo estar equivocado.
Por poner un ejemplo, Don Benito, a mí —no me mire con esa cara que he dejado el ego para el final—, me han dado quince minutos para presentar mi última novela, Conexión Jinámar. Ya sé que no la conoce y que no tiene ni idea del género negro ni navega por Internet. 
Pues como le decía, quince minutos escasos para hablar de una novela de más de trescientas páginas. Ya le digo, un corre-corre. Al final he decidido no asistir porque pienso que mi novela se merece un mejor trato, que mi trabajo como escritor necesita ser respetado. Ese es el punto, Don Benito, respeto. Respeto por los que estamos haciendo, cada uno a su manera, literatura en esta tierra que, por lo visto, es algo que se ha quedado en el camino y que a los promotores de esta feria, poco o nada les interesa.
Sí, claro que lo sé, Don Benito, que aquí nunca ha habido respeto a la cultura y que este es un país de desagradecidos.
Bueno, Don Benito, esto es todo, sigo mi camino. Sí, ya sé, no me olvido de leerle, en sus palabras siempre encontraré consuelo y comprensión a tanto despropósito.