06 diciembre 2012

Obsesión temporal

El tiempo le obsesionaba, tanto, que tenía relojes digitales en todos los rincones de su casa. Su vida la controlaba un segundero digital. Un día se levantó y comprobó que se los habían robado. Se sentó en el sofá a dejarse morir porque, sin un reloj, su vida no tenía sentido. Pasó los días observando cómo salía y se ocultaba el sol y como transcurría la vida fuera de su casa. A tercer día se levantó, con una ganas inaplazables de comer. Entonces comprendió que el tiempo era solo una perspectiva del prisma de su vida.