31 mayo 2013

No es un día cualquiera

El despertador no había sonado. Comprobó la hora. Tenía tiempo para llegar al trabajo. Le extrañó no ver la ropa del «curro» en la silla. Abrió el tercer cajón del ropero y cogió el mono de trabajo. Se vistió lo más rápido que pudo y salió a la calle. Miró su reloj. No vio al panadero, tampoco a la barrendera pelirroja ni a Tino el jardinero. La guagua llegó quince minutos tarde. Subió y sentó. Solo estaba él y el conductor que tenía puesta la radio. Oyó que el locutor decía:

—¿Qué harás este domingo?

Entonces lo comprendió todo.