20 mayo 2019

Carricoches de cojinetes


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Hace ya mucho tiempo. Sí, estábamos a las puertas de la pre-adolescencia y las gentes de los barrios periféricos teníamos que buscarnos la vida para divertirnos, porque nuestros juguetes eran escasos y teníamos que tirar de imaginación para construirlos.
Uno de esos juguetes eran los carricoches de cojinetes, que construíamos con una madera que encontrábamos en la basura. La madera no tenía que ser muy grande, pero sí con el largo y ancho suficiente para que pudiésemos estar sentados de forma cómoda.

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Luego había que buscar los cojinetes (las ruedas de nuestro carricoche) y para ello nos recorríamos todos los talleres de mecánica de Escaleritas y Schamann, que casi siempre tenían alguno que ya no les era útil y nos lo regalaban.

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Después buscábamos los listones para encajar los cojinetes, para hacer las ruedas de atrás y las de delante, que incluía la dirección asistida (por una cuerda), buscando que quedaran bien anclados al tablero, porque alguna vez salían volando cuando alcanzábamos la velocidad de crucero y terminábamos rodando por el suelo.

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Otros eran más atrevidos y hacían un super carricoche y sin pensarlo mucho, cogían una puerta vieja, le colocaban las maderas con los cojinetes y a volar con ella.
Y no faltaban las competiciones que realizábamos en cualquier carretera del barrio, que tuviera el suficiente desnivel para salir disparados hacia abajo en busca de la máxima velocidad y de la máxima felicidad.
Así pasábamos nuestra infancia y sí, lo pasábamos de maravilla.