07 marzo 2019

Fronteras y banderas

Fuente: propia
Llegué a tu frontera
recorriendo los caminos del anhelo,
huyendo de las balas y las bombas,
del hambre y del sin sentido,
buscando la mano solidaria.
Alcé la vista para contemplar
la altura de tus muros de hierro, acero y cemento,
hinqué la rodilla al suelo
y recogí los pedazos de la esperanza.
Entonces, enarbolé la bandera que llevo grabada en mi pecho,
la que nadie conoce y nadie respeta,
la levanté lo más alto que pude,
y la moví de un lado a otro,
para derramar sus colores cerca del horizonte.
No me escuchaste, ni me viste, solo me indicaste
el camino de la vuelta,
ese del desaliento y la desesperanza,
amordazado y cubierto de alambre de espino.
Sentado frente a ti,
comprendo que tu bandera es una bala ensangrentada,
que tu frontera es la semilla de la vergüenza,
que tu camino no es ni de ida ni de vuelta,
solo el camino del egoísmo.
Aquí estaré, frente a ti,
soñando con ser esperanza,
con ser rayo de sol y de luna
para atravesar los muros de tus fronteras
y hacer invisibles tus banderas