02 mayo 2023

El entranamiento

 

No podía quitarse la carrera de la cabeza. Era su próxima carrera. Tenía en mente cada palmo del recorrido y el segundo sábado de cada mes lo corría religiosamente.

Se preparaba para la carrera y se levantaba todos los días a las cinco de la mañana para correr hora y media.

Mientras se ataba las playeras pensaba en las palabras de su padre, aquellas que le decía en la adolescencia: «tienes que trabajar duro si quieres conseguir tus objetivos en la vida, que las metas no caen del cielo, sino del esfuerzo diario

Después recorría el parque central que rodeaba la ciudad, sintiendo como su cuerpo se activaba mientras oía los primeros cantos de los mirlos, de los gorriones, de las urracas, de los petirrojos y veía el despertar de las ardillas o de algún jabalí perdido que había bajado de las montañas.

Se sentía parte de todo aquello, un miembro más de la naturaleza a la que respetaba y admiraba y por esa razón solo corría cross o carreras de montaña. Aquella carrera era una de esas, diferentes y especiales, que le encantaba participar y competir porque le hacía sentirse especial y parte de todo aquello.