12 febrero 2009

Los tres cerditos. Versión 1.0




Érase una vez tres cerditos. El mayor pidió un crédito de doscientos cincuenta mil euros para comprase un chalet de cuatrocientos metros cuadrados y un mercedes, el mediano solicitó trescientos mil euros de para comprar tres camiones, dos hormigoneras y unas acciones de un lobby estadounidense y el pequeño siguió viviendo en su pequeña casa, con su viejo coche y echándose los cortados en el bar de la esquina.

El hermano pequeño le dijo un día al mayor:

—¿No te parece que estás viviendo por encima de tus posibilidades? ¿Para que necesitas ese gran Chalet y ese gran coche? ¿Por qué no te conformas con tu pisito y tu Ibiza?

—Yo pienso a lo grande hermanito, no como tu, que siempre serás un muerto de hambre. Nunca has tenido aspiraciones. Yo lo gano bien y me lo puedo permitir. Algunos no pueden decir lo mismo.

—¿No recuerdas lo que padre nos decía? ¿Qué no nos echásemos a la boca lo que no pudiésemos masticar?

—Eso son cosas de viejo. Yo tengo una boca muy grande. – Le dijo sonriendo.

Al día siguiente se encontró con su otro hermano y le comentó:

—¿Por qué te has comprado esos tres camiones y las dos hormigoneras? ¿Realmente te hacen falta? ¿No ganabas lo suficiente para vivir con tu pequeña empresa de mantenimiento y construcción?

—Ay, hermanito, tu siempre tan corto de miras. Para poder crecer hay que invertir y arriesgar. El que no arriesga no gana.

—Si, en parte tienes razón, pero hay que nadar y saber guardar la ropa.

—Yo sé cuidar de mí mismo, hermanito. – Le dijo con cierto sarcasmo.

Pero un día llegó una loba feroz que no tenía piedad y que se llamaba “Crisis Mundial”. Se encontró con el cerdito mayor y de un soplido le arrebató el trabajo. Siguió soplando, y se quedó con el chalet, volvió a soplar y le quitó el Mercedes.

El hermano mayor corrió todo lo que pudo hasta la casa del hermano mediano buscando refugio, porque no tenía que comer y le daba vergüenza ir a casa del pequeño de sus hermanos.

Pero la loba tenía tanta hambre, que fue en busca del segundo cerdito. De un soplo paralizó la construcción en la ciudad, de otro, lo dejó sin empresa y otro, lo despojó de su casa, de sus acciones americanas, de los camiones y de las hormigoneras.

Los dos hermanos llegaron corriendo a casa de su hermano menor, asustados y llorando desconsolados, porque lo habían perdido todo; se lo había comido la loba “Crisis Mundial”.

—¡Hermanito, hermanito! ¡Ábrenos la puerta que nos persigue una loba feroz que nos ha dejado sin nada, ni siquiera para comer!

El hermano bajó raudo hacia el encuentro de sus hermanos. Le abrió la puerta y les dijo:

—Entrad, entrad, queridos hermanos, aquí estaremos seguros.

La loba no tardó en llegar a casa del más pequeño de los tres cerditos. Sopló y volvió a soplar pero poco pudo hacer la “Crisis Mundial”, porque el pequeño cerdito había seguido a raja tabla el viejo refrán que su padre le había dicho “nunca te eches a la boca un pan que no puedas masticar”. Así que, siguiendo este sabio consejo, se había comprado una casa que podía pagar, un coche de segunda mano y nunca había vivido por encima de sus posibilidades.

Moraleja…, bueno que cada cual saque su moraleja, yo he sacado la mia.


Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.