12 agosto 2018

La cantante de ciudad

Ella estaba sentada en un banco de la playa. Era una joven veinteañera, desaliñada, con el pelo teñido de varios colores que cantaba y tocaba la guitarra. Tenía una voz redonda y afinaba muy bien. Reconocí la música y la letra de la canción Blowin in the Wind de Bob Dylan
Me detuve a escucharla y, poco a poco, la gente, que paseaba por la avenida, se detenía a escucharla, hasta que hicieron un gran corro a su alrededor.  Al terminar muchos de los asistentes aplaudieron y le depositaron muchas monedas y billetes en el gorro de paja que tenía delante de ella. Sonrió y agradeció, con un leve gesto de su cabeza, los aplausos y las gratificaciones.
Después continuó con una canción que no reconocí al principio, pero luego caí que era Tears in Heaven de Eric Clapton. 
Esta canción que el cantante le dedicó a su hijo que falleció con solo cuatro años en un desgraciado accidente. Me quedé sorprendido por el cambio de registro de voz, distinta a la voz redonda y sensual, ahora era una voz ronca y desgarrada. Me acerqué y comprobé que lloraba. Observé que algunos de los paseantes también lloraban, como si se les contagiara una atmósfera mística que la cantante había creado. Al terminar la canción, el público arrancó con bravos y muchos aplausos y la mayoría se apresuró a depositar dinero en gorro de la cantante. Ella les correspondió con una sonrisa. Cogió la guitarra, la abrazó y dijo unas palabras que no llegué a entender. Luego la guardó en una funda de color azul, recogió las ganancias y las guardó en un pequeño bolso de tela azul. Se levantó, cogió todas sus pertenencias, bajó a la playa y se dio un baño. 
Yo seguí mi camino hacia una reunión que tenía a media mañana. Entrada la tarde, mientras daba un paseo por la ciudad, me la encontré saliendo de un supermercado con su guitarra, su mochila colgada a la espalda y una bolsa repleta de bocadillos envueltos en papel film. La seguí desde una distancia prudencial, hasta que llegamos a una zona de aparcamientos, en la que había una treintena de personas sin techo que se refugiaban bajo su cornisa. La vi cómo saludaba y entregaba los bocadillos a cada una de las personas hasta que se quedó sin ninguno. 
Luego caminó en dirección a la playa, se sentó en un banco junto a la avenida y comenzó a tocar su guitarra y a cantar. Esta vez cantó Redemption song de Bob Marley y quedé asombrado; la mejor versión que había oído jamás. 
Al terminar me acerqué y le dejé cincuenta euros en su sombrero de paja. Nuestras miradas se encontraron y me sonrió. Yo me alejé al tiempo que ella comenzaba a cantar Somewhere Over the Rainbow de la película del Mago de Oz.

Fuente de la imagen: Pixabay
Fuente de los vídeos: Yotube