07 septiembre 2011

Anoche me amaste como nunca

Anoche me amaste como nunca lo habías hecho; tus besos fueron dardos apasionados, tu lengua, un huracán libidinoso y tus caricias, olas furiosas que rompían con frenesí en mí. Recorriste mi cuerpo como buscando agua en el desierto, bebiéndote el sudor de mis poros, para calmar la sed de la tempestad de lascivia que estaba arreciando dentro de ti. Yo me dejé llevar, como una pluma en el torrente de tu pasión desenfrenada, por el placer de sentirme objeto de tu deseo y del arrebato de tu sexo.