23 julio 2020

Siempre contigo


Ella iba a visitarlo todos los días, siempre al atardecer. Se llevaba una banqueta, un transistor para dejar de escuchar el silencio, las agujas de la calceta y empezar con la enésima manta para el invierno. Allí sentada, le hablaba de lo que había hecho durante el día, de las noticias que corrían por el pueblo y de las novedades que traía la modernidad.
Las gentes del pueblo no le ponían cuenta. El caso perdido de una vieja con demencia senil. Así llevaba más de cincuenta años, hubiera buen tiempo, lloviera o nevara. Siempre fiel a su cita, en el punto kilométrico cincuenta y cinco de la nacional tres, donde antes hubo un caserío abandonado, de un terrateniente de la comarca y un patio con cuatro naranjeros. Allí cavaron una fosa común en la que enterraron a doce jornaleros después de fusilarlos por la sinrazón de una bandera.
Allí estaba su Manuel, enterrado debajo del asfalto, en el punto kilométrico cincuenta y cinco de la nacional tres y allí, también, la enterraron a ella, a su alma y a su corazón aquel otoño del 37.