07 noviembre 2013

Una frase en un sobre de azúcar


Entró en el bar de la esquina, como tantas veces en tantos años, pidió un té y cogió uno de los dos sobres de azúcar y guardó el otro. Al cogerlo se percató de que tenía escrito una frase «el psicoanálisis no me sirve». Pensó en esa frase, en lo que había sido su vida durante todos esos años y en el Rosario de la Aurora en que se había convertido su vida. A él tampoco le había servido el psicoanálisis. Ni psicólogos ni psiquiatras. Buscó el pastillero, lo abrió, se tomó aquella de color rojo y blanco, que él llamaba «atleti» que lo tranquilizaba y extirpaba los brotes psicóticos que en más de una ocasión lo había llevado al borde del suicidio. Volvió a leer el texto anónimo. Sonrió a la camarera, se levantó, salió y esperó al borde de la carretera. Vio como se acercaba un camión, pensó en tirarse y acabar de una vez con todo aquello. Pero en el último minuto, se metió la mano en el bolsillo, sacó el sobre de azúcar que había guardado y leyó: «Que la conciencia no perturbe tu deseo». Volvió a sonreír, dio un paso adelante y se tiró bajo las ruedas de un flamante Mercedes rojo.




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