24 junio 2012

A Ramón Mendoza desde lo más profundo de mi corazón.

Aún recuerdo cuando te conocí, Ramón, cuando puse mis pies, por primera vez, en la Dirección General de Deportes. Llegué más perdido que un pulpo en un garaje y el primero que vino a saludarme, fuiste tú. Luego vinieron tus palabras de aliento, tus manos siempre prestas a la ayuda y tu corazón, siempre abierto, a todo el que quería entrar en él.
Yo me arrimé a tu sombra, tan grande como la del Roque Nublo, porque bajo ella me sentía bien, seguro y feliz, Ramón.
Siempre, y digo, siempre, cuando nos veíamos, nunca faltó un abrazo y un beso, porque esa era tu forma de saludar a los amigos; íntima y personal.
Ayer, sí ayer, fue un día que jamás olvidaré, porque te fuiste tú Ramón y contigo todo eso que tú eras y que siempre trasmitías. 
Siempre se van los buenos...sí, y tu eras eso, una persona buena, íntegra y trabajadora.

Adiós, Ramón, donde quieras que estés, SIEMPRE, te llevaré en mi corazón.


¡Hasta siempre amigo!