02 junio 2007

La quinta jornada: Un grotesco espectáculo


Al que le gusta la Vela Latina Canaria, le gusta su plasticidad, su belleza, pero sobre todo la competición, porque todos vamos al túnel a competir, esa y no otra, es la esencia de nuestro deporte; mujeres y hombres que se esfuerzan por llegar los primeros a la línea de llegada.

Lo que ocurrió en esta quinta jornada se aleja totalmente de esa esencia, ya que con el temporal con el que salimos del túnel, ningún bote, con velas grandes o velas pequeñas, pueden realizar una regata en condiciones, ya que todos y cada uno, vamos intentando llegar, como sea; no hay repiquetes, no hay estrategia de regata, las tripulaciones solo buscan no irse al Patio de los Cangrejos, y llegar sanos y salvos a la base naútica.


Soltar una regata con las condiciones de viento y mar que había en todo el campo de regatas, es sencillamente, un ataque en toda regla a nuestro deporte, ya que con estas condiciones, se desvirtúa totalmente la particularidad de este práctica deportiva; perdemos los botes pero sobre todo, pierden los aficionados.

Es una falta total de consideración, yo diría mas, es una falta de total de respeto a todos los boteros y todos los aficionados, que esperan disfrutar de un espectáculo bello, y no asistir a un esperpento, a una caricatura de la Vela Latina Canaria de Botes.

Un ejemplo claro de este esperpento, es que antes de llegar a Cardoso, solo la regata entre Catalina y Minerva era la única que seguía en liza, ya que el resto de pegas, algunos de sus contrincantes o se habían retirado o se habían ido al Patio de los Cangrejos.

Después, con los tiempos oficiales en las manos, ves que aumenta este falta total de consideración, ya que, sin rubor, transcriben que había fuerza 5,5, cuando todos los que llevamos algunos años navegando, sabemos que en la mayor parte del campo de regatas, había más de fuerza 5,5 y que incluso, sobrepasaba con creces, la fuerza 6. Pero para más INRI, los jueces de regata, se olvidaron de las mares que entraba por todos lados, por proa, por popa, por babor y por estribor, y esto acompañado del fuerte viento, se convirtió en el Rosario de la Aurora.

Y que nos vengan a decir que tenemos que llevar velas mas pequeñas, que tenemos que entrenar mas, y las mil milongas de siempre, porque lo de hoy, no se hace. Por poner un ejemplo, botes que fueron a túnel con velas pequeñas se fueron al fondo, como el Morales, el Porteño y Catalina y los que lograron llegar al final con velas pequeñas, lo pasaron muy mal, como el San Cristóbal, el Agüimes o Portuarios. Y los que llevamos velas grandes, pues mas de lo mismo.

Para terminar, creo que tenemos que reflexionar muy seriamente sobre lo que ocurrió hoy, porque cualquier día puede pasar una desgracia y cuando esto ocurra, lo vamos a lamentar de verdad. Quizás para arreglar este asunto definitivamente, habría que modificar la instrucción de regata que habla sobre la fuerza del viento y rebajarla a fuerza cinco, ya que con más de esa fuerza todo nuestro deporte se adultera y se convierte en un grotesco espectáculo.