03 agosto 2011

La prima de Riesgo. Un relato financiero

Fuente: Pixabay

Riesgo era un hombre tranquilo, a pesar de tener un nombre tan intrépido. Pero tenía una prima que lo traía por la calle de la amargura y no porque estuviera todo el día de cama en cama a cambio de una pasta, que ella veía como una transacción comercial estricta entre adultos, sino porque cada día ponía un precio distinto a sus servicios carnales.

Todos los lugareños iban a quejarse a Riesgo por los cambios diarios en el precio de los servicios sexuales de su prima y es que ella vivía con él y él era centro de sus quejas, porque no se atrevían a planteárselas a ella, por si le daba por restringir el servicio, que en el pueblo era muy escaso y de dudosa calidad.

Él les decía que poco podía hacer, porque su prima era una profesional independiente, cuyas dos únicas relaciones eran, la materno-familiar y la económica-residencial, pero que se comprometía a hablar con ella de ese asunto comercial.

Llevando a cabo, sin demora, su compromiso, Riesgo habló con ella y yendo directo al grano, le preguntó:

—Prima, ¿por qué cambias a diario el precio de tus servicios a los clientes? No dejan de quejarse.

La prima de Riesgo se le quedó mirando y al instante le dijo:

—Tengo algún dinero invertido en bolsa y el precio lo establezco en función de una variante matemática resultante del análisis de todas las bolsas del mundo, ya sabes, el Ibex 35, el índice Nikkei, Dow Jones, eurostoxx, etc... De ahí sale el precio. Sencillo como la vida misma.

—¿Sencillo como la vida misma? Pero, ¿quién coño entiende eso, prima? ¿Tú se lo explicas a tus clientes?

—No tengo porqué, yo pongo el precio a un producto y el que quiere lo paga. Además, con la crisis, la bolsa está de capa caída y la que estoy perdiendo dinero soy yo, deberían de estar dando saltos, llevo seis meses bajando el precio día a día.

—Pero, ¿por qué no pones un precio fijo y si quieres le subes el IPC cuando empiece el año?

—No me gusta el Indice de Precios al Consumo, no es real, es un invento para fastidiar a los consumidores y yo no voy a entrar en ese juego. Prefiero los índices bursátiles, es más divertido, más emocionante, no sé, me gustan.

—Tú eres una puta muy rara...

—Llámame como quieras, pero es lo que hay, al que no le guste que no contrate mis servicios, estamos en un mercado de libre comercio, Riesgo.

Riesgo, se le quedó mirando pensando que no le faltaba razón, cada cual le pone el precio que le da la gana a lo que vende, aunque ahora habría que ver como se lo explicaba a los clientes del pueblo, porque todo eso de los índices bursátiles estaban a años luz de su compresión y por su puesto, de dar una explicación creíble a sus convecinos.

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