27 septiembre 2009

El secreto de un sueño

Damián se levantó tarde y la cabeza le daba vueltas. La noche había sido larga, muy larga. Se sentó en la cama buscando dentro de sí, el ánimo para levantarse e ir a trabajar, pero las fuerzas le flaqueaban.
Recordaba con nitidez cuál era el color de sus ojos y de su cabello, la forma de sus labios, la calidez de su lengua, el olor de su piel sudorosa, el sabor salado de sus pezones y el sensual tono de su voz cuando le decía:
«Dime que me quieres»
Pero sobre todo la pasión con la que se entregaron en aquella noche onírica en la que sus cuerpos se fundieron en uno.
Buscó en su móvil las últimas llamadas que había recibido, buscando un resquicio de realidad, pero solo encontró las cinco llamadas perdidas de su ex-mujer, que buscaba cualquier excusa para recordarle que ya se estaba retrasando con el pago de la pensión alimenticia. Quizás todo había sido un magnífico sueño, de esos que se parecen tanto a la realidad que no sabes si pertenece a ella o al mundo de la duermevela.
Se metió en la ducha y luego se vistió con el traje azul marino, la camisa blanca, la corbata gris y los zapatos negros. Le esperaba un día duro en la oficina central.
Cuando cogió el teléfono móvil para meterlo dentro de su cartera, sonó el tono de aviso de un WhatsApp. Pensó que sería un mensaje de su ex-mujer, pero esta vez se equivocaba. Entró en al aplicación, abrió el mensaje que parecía ser de un remitente desconocido y leyó:
«No olvides que eres mi secreto y que espero que algún día me digas que me quieres».
Sonrió y con esa sonrisa salió de su casa porque sabía que ella era una realidad, y eso lo hacía feliz, porque solo pensaba en cómo volver a encontrarse con ella.

24 septiembre 2009

Volver a encontrarte

Hace tiempo que no sé de ti. Te he buscado por todos los sitios en los que solías estar, pero no te encuentro. Todavía tengo fresca, en mi memoria, tu cara de ángel, tus labios, y tu esplendido cuerpo que adornabas con aquella lencería de encaje blanco, negro, rojo y gris petroleo que hacían que mis pensamientos fueran camino , irremediable, de la lascivia más arrebatadora. Y tampoco me puedo olvidar de tu mirada, esa que me seguía a todas partes, porque me mirabas de aquella manera.
Quiero que sepas que no dejaré de buscarte, porque sé que tarde o temprano volverás a aparecer quizás, no a toda página en los periódicos locales en los que suelo buscarte, quizás, te has ido hacia alguna revista de moda que tendré que comprar para volver a mirarte.

21 septiembre 2009

Pascual, la compra y la ciática.

Pascual se levantó temprano. Fue a la nevera y no tenía nada, ni siquiera un bote de leche para hacerse el cortado de las mañanas. Se acercó a la cómoda y comprobó que tenía treinta euros, suficiente para hacer la compra de la semana. Fue al supermercado y llenó una cesta con los productos principales, pan, leche, fruta, carne y un poco de embutido. Salió con cinco bolsas, se detuvo, la ciática estaba volviendo a hacer de las suyas, un dolor intenso le bajó desde la cadera hasta el talón y le paralizó el pie derecho. Se metió la mano en los bolsillos, ni un céntimo. Soltó las bolsas en el suelo, se apoyó en un árbol cercano para coger un poco de respiro. Vio un taxi, levantó la mano como pudo, el taxista paró muy cerca suyo, se subió y con un quejido le indicó donde quería ir.
Una mujer rubia observó la escena desde lejos, se acercó, miró a un lado y otro, mientras veía como Pascual se alejaba, cogió las cinco bolsas y se marchó calle abajo con la compra de la semana.
Por el camino, Pascual se percató de dos cosas, que había perdido la compra y que sería muy difícil explicarle al taxista que no tenía un chavo para pagarle la carrera.

19 septiembre 2009

Fuimos lo que fuimos

Hubo un día que fuimos lo que fuimos, tú me diste y yo te di, me entregué y te entregaste. Pero un día llegó el viento del cansancio, ese que entra como una brisa marina, suave y sugerente, que con el tiempo se va instalando en los corazones y como un incipiente huracán, se alimenta de las miradas no encontradas, de los besos esquivos, de las caricias forzadas, del amor cangrenado y que con el paso del tiempo, se convierte en un huracán devastador que acaba con todo, sin dejar, si quiera, la sonrisa de aquella entrañable amistad.

16 septiembre 2009

Vecinos

Esto de los vecinos es una lotería, te puede tocar el premio gordo o la perra más gorda de universo. Si tienes la suerte de tener un buen vecino, pues vivirás plácidamente y casi en el nirvana vecinal. Pero si por desgracia te toca en suerte un mal y jodido vecino, pues estás condenado a vagar por el desierto de la incomprensión, caer en el abismo de la desesperación e incluso tocar, con los dedos, los cabellos finos de cruel locura.

15 septiembre 2009

Besos

Hoy quiero perderme en tu boca y buscar los besos que te quedan por darme, esos que guardas tan celosamente, escondidos en algún lugar de tu corazón. ¡Pero nadie te ha dicho que los besos no se guardan!

11 septiembre 2009

Recuerdos

Me siento ante los recuerdos, miro hacia atrás en busca de las viejas cartas, de las viejas fotos, de los viejos objetos, de las perdidas caricias, de los volátiles besos, de los amores perdidos y de las amistades enterradas. Tengo sensaciones encontradas de felicidad y tristeza, felicidad, por vivir lo vivido y tristeza, por perder lo perdido.

10 septiembre 2009

El Mar

Me siento a oír tu música en la orilla cuando la desesperación me abruma y me meces, como madre protectora, hasta que la desesperación se evapora. Me introduzco en tus carnes buscando el beso fresco de tus olas y como bálsamo sagrado me alivia y tranquiliza.

09 septiembre 2009

Encuentro casual

Te vi, me viste, te sonreí, me sonreíste. Seguiste calle abajo, te volviste, te sonreí, me sonreíste. Te seguí con la mirada hasta que te perdí entre la gente. Sonreí, no sé si me sonreíste.

08 septiembre 2009

Una sonrisa

Ayer me guardé una sonrisa tuya, (¿o te la robé?)para escucharla en mitad de la noche.