14 junio 2010

¿Qué estoy escribiendo?


Como han podido observar estoy escribiendo poco en el blog, la razón no es otra que estoy inmerso en la redacción de una nueva novela, a continuación les dejo con un adelanto. Espero que les guste.


Los tres perros fueron los primeros en oler la muerte, porque empezaron a ladrar como si hubieran visto al mismo demonio, dando vueltas alrededor del coche. Pero Feliciano siguió su camino, sin darle mayor importancia al asunto, porque pensó que sería alguna parejita que había pasado la noche haciendo el amor y que querían ver amanecer como enamorados. Azuzó a sus perros para que siguieran el camino,  mientras oía las noticias en la radio de su teléfono móvil.
Cuando llegó al final del sendero, ya casi había amanecido. Giró sobre sus talones para emprender el camino de vuelta, al tiempo que oía las señales horarias en la radio; eran las siete de la mañana del otoño del año 2008.
Esta vez vio con más claridad al corsa, y antes de que se diera cuenta, uno de los perros, el stafford, salió ladrando como un loco, en dirección al automóvil, seguido de sus dos compañeros de paseo. Feliciano los volvió a llamar, pero sin obtener respuesta una positiva. Los tres perros saltaban encima del coche, dando golpes continuos sobre la chapa ensalitrada, hasta que su dueño, se tuvo que acercar para evitar que lo rayaran.
Al acercarse, no pudo ver bien el interior porque las ventanas estaban humedecidas por el relente y la brisa del mar. Se extrañó que los ocupantes no dieran señales de vida con todo el escándalo que estaban haciendo sus perros. Pensó que, quizás, estarían durmiendo después de una noche larga de amor y sexo.
Se dispuso a coger, uno a uno, a sus canes y cuando le quedaba el último, el stafford, vio que la puerta del conductor estaba ensangrentada. En ese momento empezó a preocuparse. Como no veía nada del interior del vehículo, solo una silueta borrosa que no atinaba a distinguir, cogió una de las hojas de periódico que utilizaba para recoger las deyecciones de sus animales y limpió con rapidez el cristal del conductor. Poco a poco fue apareciendo la imagen de la joven degollada.