06 octubre 2009

La culpa

No quiero ser más el trovador de mi culpa, se me seca la garganta, la lengua se me cuartea como la tierra seca y el alma se me congela solo con pensarlo. Mi culpa nace después de la tormenta del descontrol que irrumpe, de no sé donde, y rompe en mil pedazos los cristales la paciencia. Atarme las manos y arrancarme la lengua para no ver los riachuelos cristalinos que nacen de tus ojos. Pero siempre llega la culpa y el arrepentimiento, de ese escorpión que llevo dentro, a quién quisiera seccionarle para siempre, el aguijón de su carácter.