08 junio 2011

La promesa


El barco llegó impuntual como siempre. Durante la espera, me fumé un cigarro, sin quitarme de la cabeza lo que había ocurrido. Lo vi bajar. Lo seguí por la feria del pueblo, acompañado por la sempiterna música del tiovivo que me recordó aquellos días inocentes de mi infancia. Entró en casa de su madre. Esperé a que el pueblo se rindiera a la noche y me acerqué al porche. Aparté la cortina de encaje y observé que dentro solo habitaba el silencio. Entré, atravesé el pasillo en la oscuridad y lo busqué por las habitaciones. Lo encontré dormido, como si nunca hubiese sido acusado y condenado por la muerte y violación de mi hermanita Lucy. Se lo había dicho en el juicio: solo con tu muerte pagarás por lo que has hecho. Lo desperté, me miró y le disparé a bocajarro. Había cumplido con mi promesa.

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