31 mayo 2019

Un recuerdo y la verdad


Fuente: propia
Ayer viendo el programa de Página Dos en el canal 2 de RTVE, hacían una entrevista a la escritora Marysé Condé y dijo que cuando se habla de recuerdo, no se sabe qué es verdad y qué es mentira y que nos han contado tantas cosas que creemos que las hemos vivido.
Esto me hizo recordar una historia que yo contaba, que cuando era un niño tenía un recuerdo clarísimo y siempre había pensado que me había ocurrido a mí.
El recuerdo en sí era que estaba en la playa de las Alcaravaneras, que había cogido una colchoneta inflable, de esas de playa y que me había ido mar adentro. Luego pasó una lancha y la volcó. Yo me agarré a ella, pero no podía subir y estuve a punto de ahogarme. Gracias a mis tíos que estaban en la playa y lograron sacarme.
Yo siempre contaba esta historia como si me hubiera ocurrido en realidad. Si hubiera estado delante de un tribunal, hubiera jurado y perjurado que me ocurrió, incluso, hubiera pasado el detector de mentiras. 
Así pasaron muchos años, hasta que en la adolescencia, un tío mio me contó una historia que le había pasado a mi padre y resulta que era idéntica a la que yo creía que me había pasado a mí, pero en vez de una colchoneta, mi padre usó una barca. 
La historia que me contó mi tío relataba como mi padre había cogido una barca y se había perdido. Salieron en su busca y estuvieron toda la tarde buscándolo y lo encontraron al anochecer, desfallecido, pero bien. 
En ese momento inferí que yo oí aquella historia y la hice mia, sin saber muy bien porqué, quizás porque me encanta contar historias.
Después de oírla, le pregunté a mi madre si recordaba que a mí me hubiera pasado algo parecido y me dijo que no, que nunca había estado a punto de ahogarme en ninguna playa, pero sí dentro de una lavadora, pero esa es otra historia que ya contaré.
Y esa historia me hizo reflexionar sobre los recuerdos de la infancia, que, quizás, muchos sean de historias oídas, pero que nunca hemos vivido y que, por alguna razón desconocida, hacemos nuestras y las incorporamos a nuestros recuerdos como si realmente las hubiésemos vivido.