22 marzo 2011

Me pesa la vida

Hoy es un día en que me pesa la vida y no sé muy bien por qué. Simplemente, me pesa y lo intento asumir con valentía, intentando utilizar la metodología del viejo Puncet: seguir adelante, sonreír, pensamiento positivo, alegría de vivir, buscar la felicidad... pero no puedo, me rindo y me dejo llevar por la corriente del desánimo y pienso, ya se me pasara, porque todas las corrientes terminan pasando. Pero me jode, me jode mucho. Me levanto y me doy cuenta de que tengo una bola de hierro pegada a los pies, invisible y muy pesada. La llevo conmigo a cada lugar que voy, arrastrándola por las calles y las plazas, buscando una cizalla con la que contar la cadena que me ata a ella, pero no la encuentro porque sé que en estos días no hay cizallas que valgan; habrá que resistir. Son esos días que prefieres el no estar, el no contestar, el no hablar, el no sonreír, el desaparecer de la faz de la tierra por unos días y revolcarte, un poquito, en el barro de la tristeza. Pero es complicado usar la milenaria técnica Ninja de esfumarte,(Puff, y desapareces) cuando te suena el despertador, porque quieres seguir durmiendo, porque te duele todo el cuerpo, porque te duele pensar, ¡joder! ¡Te duele la vida! Eso también es vivir me digo, sí por llamarlo de alguna manera y por darme ánimos para levantarme. Y sé que me gustaría estar en la playa, leyendo y dedicándome a la vida contemplativa... pero no, voy como un zombi al trabajo a esperar que pase la corriente, porque siempre acaba pasando.