07 marzo 2016

¿Quién dijo que sería fácil?


Cuando inicié este proyecto Medio minuto para morir sabía que sería difícil, porque publicar en papel siempre es complicado, porque tienes que hacer un desembolso económico muy importante al que, en estos momentos, no puedo hacer frente.
También me lo planteé como un reto, no puedo vivir sin retos. Los que nacimos con una mano delante y otra detrás, nos hemos acostumbrado a bregar y a conseguir lo que tenemos a base de esfuerzo y voluntad. Desde que tuve uso de razón lo supe. No me queda otra que luchar para conseguir lo que quiero.
Aún recuerdo que cuando era un pibe, nunca le pedía un duro a mi madre porque sabía que todo lo que tenía era darnos de comer a mis cinco hermanos y a mí. Así que, desde muy pequeño, vendí cobre, periódicos, papel higiénico, lejía, cartón y pan duro para los galgos, para tener unos duros para ir al cine Scala y salir con los amigos. Sí, parece una película de los años cincuenta, pero en muchos barrios de esta ciudad, en los años setenta, había que buscarse la vida así. No había otra.
También recuerdo que cuando empecé a hacer mi tesis doctoral muchos me preguntaban que para qué, que si no me iba a dedicar a la docencia, no valía la pena. Sin embargo, yo les decía que simplemente tenía una inquietud; quería demostrar que la vela latina se había iniciado mucho antes de lo que decían algunas fuentes y lo conseguí. Los datos están ahí.
Ahora estoy en este nuevo camino, la de publicar mi novela Medio minuto para morir. No sé si lo conseguiré, pero lo voy a intentar con todas mis fuerzas.
Si te apetece conocer el proyecto, entra aquí Medio minuto para morir y conócelo.