28 julio 2016

Duelo

Ayer te fuiste siguiendo su recuerdo,
porque se te rompió el corazón en mil pedazos,
y no supiste dónde poner los trozos, se te cayeron de las manos
y rodaron calle abajo como los juguetes rotos
que nadie quiere.

No te esperabas que la barca negra llegara tan rápido,
porque todavía sentías sus manos, tenías sus sonrisas,
tenías sus besos y sus caricias,
pero la barca llegó a tu playa
y te quedaste en la roca, bebiéndote las lágrimas,
comiéndote el dolor; sabías que jamás volvería.

Me lo dijiste con la mirada muerta,
intentando agarrarte a mi mano,
buscando un aliento para aferrarte a la vida,
para seguir respirando a trompicones,
mientras de tragabas la pena y su olvido,
pero no pudiste y te venció la angustia y la tristeza,
te amordazaron y te fueron ahogando
y dejaste llevar hasta donde nace el universo.

Ahora estoy solo, sin ti y sin él, y tengo que levantarme,
intentando no hundirme en mis lágrimas,
en la arenas movedizas de la desesperación,
dar un paso, levantar los pies del barro,
que los tengo hundidos hasta las rodillas,
un paso y después otro, un paso y después otro,
y no pensar en tu ni en él para seguir viviendo.

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