12 febrero 2010

Los escritores en la era digital.

Era cuestión de tiempo. La tormenta digital ha llegado y para quedarse para siempre, en este mundo tan complejo e interesante de la creación literaria. Este advenimiento digital, se venía venir cuando los primeros lectores electrónicos comenzaron a comercializarse en el mundo anglosajón y asiático. Ahora los tenemos frente a nuestras narices, con una decena de distintos lectores que ya están a la venta en la mayor parte de Europa, y por supuesto, en España. Esto supondrá una revolución en el mundo de la creación literaria, porque nos vamos a encontrar con un escenario completamente distinto al que, hasta ahora, habíamos conocido. Los modelos de negocios relacionados con los libros tendrán que cambiar, la relación entre editor y escritor tendrá que replantearse y la relación del lector-cliente con las distribuidoras online, tendrán, también, que reinventarse, porque los modelos existentes hoy dentro de unos años serán obsoletos.
Ya estamos viendo como las grandes editoriales, Random House, Planeta y Santillana se están posicionando para coger un buen puesto en el momento en que se de el pistoletazo de salida, que será muy pronto, no más tarde de este año. Este posicionamiento editorial, es un claro ejemplo que algo está cambiando en el mundo editorial.
Las editoriales no quieren perder su cuota de poder que han mantenido durante tantos años y donde han sido las principales beneficiarias del negocio literario. El escritor, nudo gordiano de este negocio, en la mayoría de las ocasiones salía y sale mal parado.
Lo curioso de este posicionamiento, es justamente el negocio. Porque ya se plantean seguir obteniendo un jugoso 60%-70% mientras que el escritor, como siempre, se tendrá que conformar con el 30%. Que puede parecer justo, pero este porcentaje, se corresponde con el 10% que se cobraba por la venta de libros en papel, como ya plantea la Asociación Colegial de Escritores en una nota informativa del pasado 27 de enero de 2010 .
Ante este planteamiento editorial y de negocio, los grandes beneficiados serán los Bestsellertors porque el resto los escritores tendremos que entrar por el aro o plantear una nueva estructura de negocio en la que los escritores seamos los verdaderos beneficiados de la venta de nuestra producción literaria, creando portales independientes donde se puedan vender nuestros libros a precios justos y competitivos.
Pero este proyecto de negocio de las grandes editoriales, se encontrará de frente con la realidad. No puede vender un libro en formato digital a 7 u 8 € porque los usuarios de Internet seguirán poniéndose el parche de pirata, lo buscarán y se lo descargarán en cualquier portal, sobre todo, los libros de los Bestsellertors que son las piezas más codiciadas por las editoriales y por los lectores.
Un precio, para que sea competitivo, no debe sobrepasar los 2 ó 3 €, donde el escritor se pueda llevar entre un 40% y un 60% de la venta y por supuesto, estar libre del DRM .
Por otra parte, y en relación con los formatos de los libros electrónicos, habrá que ir a uno universal, como el ePubs y que esté exento del controvertido DRM que se ha convertido más en un problema que una solución, ya que muchos lectores electrónicos no lo soportan y cuando lo hacen, subirlo al aparato electrónico es engorroso. El cliente necesita una manera fácil de bajarse los contenidos digitales, no tener que hacer un curso intensivo antes de comprar un libro, porque antes lo buscará por otros medios y seguro que lo terminará encontrando. Incluso, su supuesta invulnerabilidad, está en tela de juicio, ya que muchos son crakeados a las primeras de cambio.
Hay autores que plantean que el DRM es un obstáculo para la distribución de los contenidos digitales y que, al final y a la postre, no suponen nada ante la piratería, como el fundador de Apple, Steve Jobs, que es contrario al DRM.
En definitiva, los escritores tenemos que posicionarnos de una manera abierta y beligerante para hacer valer nuestros derechos ante las grandes editoriales y futuros portales de Internet, que quieren seguir manteniendo su poder en el mundo digital, aplicando las mismas reglas que aplican en el mundo analógico, como si no hubiera pasado nada, cuando la realidad, es bien distinta.