01 diciembre 2018

La vieja ventana


Cuando paseo por un pueblo, no puedo evitar mirar a las casas viejas porque tienen algo que me atraen.
Me detengo ante ellas a la espera de que me digan algo, quizás un susurro que traiga el viento o alguna palabra de sus antiguos moradores.
Sin embargo, es el silencio el que reina y la casa no dice nada. Solo permanece ahí hasta que el tiempo acabe con sus pilares en la tierra y se convierta en un solar lleno de escombros y grafitis de tres al cuarto.
A veces pienso que las casas son como los humanos que necesitamos cuidarnos para llegar a viejos con buena salud porque de otra manera terminaremos como esas casas viejas, con los líquenes que crecen en las tejas viejas de sus tejados.
Fuente de las imágenes: Fotografía sacada con un Acer Liquid Z630