21 marzo 2014

Casi el paraiso

Ramses se desnudó y se tumbó en su toalla. Quería ver atardecer, disfrutar de la brisa del mar, contemplando la delicadeza del sol al esconderse tras el horizonte y a su hermana luna salir esplendorosa por el mismo horizonte. 
Lo necesitaba, dejar atrás los problemas que le acuciaban y olvidarse del mundo por unas horas, relajarse y fundirse con la naturaleza que tenía ante sí. 
Lo que él no sabía era que, esa misma tarde, una certera puñalada en el corazón acabaría con su vida. Moriría tumbado en en la arena, viendo como la luna llena se le escapaba al horizonte, oyendo el ronroneo de las olas, que jugaban a romperse en la orilla amarilla y sin haber disfrutado del atardecer.
Preguntándose las razones, sin llegar a encontrar una respuesta porque la hemorragia le impedía pensar con claridad.