23 junio 2011

Hogueras de San Juan





Todavía recuerdo las hogueras de San Juan de mi infancia, aquellas que construíamos como una gran montaña perecedera, que solo tendría unas horas de vida. Recorríamos el barrio tocando todas las puertas para recoger sillas de tres patas, mesillas de noche sin cajones, puertas viejas que jamás serían abiertas, colchones desvencijados con miles de historias inconfesables, palomares abandonados y espejos rotos que ya habían maldecido. Todo lo que no se quería, esa noche se quemaba. Luego buscábamos un solar y comenzábamos a construir la montaña de trastos, con la vana ilusión de llegar a tocar el cielo. Y comenzaba la quema. Nos quedábamos prendados del fuego, viendo como una llama inofensiva se transformaba en un monstruo incontrolable que todo lo devoraba. Los presentes, sin excepción, nos dejábamos llevar por la magia del fuego, siguiendo el baile cautivador de sus llamas, que seguían los compases de una música que nosotros nunca llegaríamos a oír. Después el monstruo, ya saciado, se iba calmando y se dejaba caer hasta morir. Era entonces cuando nos atrevíamos a atacar su ardiente castillo, hasta ahora inexpugnable y saltábamos sobre él, hasta que por fin, se rendía a nuestros pies. Habíamos vencido. 
Hoy ya no quedan puertas viejas, sillas cojas, espejos rotos y colchones meados que quemar. Ya no quedan solares donde construir montañas de trastos inservibles, para quemarlos a la luz de la luna, aunque sí quedan muchas cosas para meter en la hoguera, pero esa es otra historia.

14 comentarios:

  1. Moisés me has hecho revivir muchas cosas, mis primeros once años de vida, cuando con mi familia ibamos de temporada a la casa de Portada Verde. Allí, como en casi todas partes, se hacían hogueras en las vísperas de San Antonio y de San Juan, y quizás alguna más. Todo lo que relatas es emotivo y auténtico, y con un poco de imaginación esta noche disfrutaremos de esas hogueras, aunque las veamos a lo lejos. Gracias por este regalo.

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  4. Qué relato más auténtico de lo que antes ancontecía la víspera de San Juan. Me ha gustado mucho saber de qué forma cada barrio le daba su sentido a esta fiesta, quemar para renovar.
    Un beso grande.

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  5. Echo mucho de menos aquella época

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  6. Felicidades mi querido Moi aca no festejamos nada de esas fiestas pero recuerdo perfecto las fogatas que haciamos cuando nos juntabamos los amigos y al rededor de estas contabamos mil historias o simplemente cantabamos wow que lindo era aquello...grax por tu manera tan simple de transportarnos te quiero amigo un abrazo hasta el prox relato yo fiel seguidora...

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  7. Gracias, Jenn, aquí se ha perdido mucho esa tradición como otras muchas. Besos.

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  8. Dicen que cualquier tiempo pasado fué mejor, cosa que no siempre comparto, sin embargo en este caso sí lo hago....Me gusta la ironía que utilizas al final de este post que tantos recuerdos me ha traido.
    Leerte ha sido un placer.
    Saludos

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  9. En mis tiempos solo había en cantidad aulagas y tuneras secas. Nos pasábamos el mes buscando y almacenando. Dejábamos un vigilante porque los mayores las quemaban antes de tiempo, para hacer la perrería.
    Hoy hay mucha madera que quemar. Pallets, muebles viejos -mejor muebles malos, de esos de formica-, colchones, sillas desvencijadas -también de mala madera- y plásticos de todo tipo. Tremendo error quemar plásticos. En mi tiempo lo importante eran las aulagas. Prendían enseguida y cogían una enorme altura. Es verdad que se acababan pronto. Todo se aprovechaba y había pocas cosas para quemar.
    Pero hoy y siempre sigue existiendo la magia del fuego como muy bien has descrito, Moisés. Son las noches mágicas de San Antonio, San Juan y San Pedro. (13,24 y 29 de Junio). Saludos

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  10. Sí, Pancho, es una fiesta en que se intenta purificar todo aquello que no nos gusta.

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  11. Anónimo10:23 a. m.

    Creo, Moisés, que actualmente habrá que guardar y reparar lo viejo. Quizá sea necesario. A la hoguera metafórica debemos echar a tanto mangante. Recuerdo que, en el campo, cuando era muy niño, iba a recoger pitas secas por los caminos para poder hacer fuego y comida. Adolfo García.

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    1. Adolfo las hogueras siempre han tenido sentido purificador, incluso para los mangantes. Yo reconozco que me la pasaba genial yendo casa por casa, recogiendo todos los trastos viejos que nadie quería y los apilábamos hasta que la montaña de trastos tenía suficiente altura. Entonces comenzaba la fiesta.

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  12. Un recuerdo de la infancia, un recuerdo de que esos que nos viene a la memoria los días que nostálgicos hundimos nuestra cabeza en al almohada.

    Gracias por compartirlo.

    blog-rosariovalcarcel.blogspot.com

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  13. Los recuerdos de la infancia siempre están ahí, solo hay que ir a buscarlos de vez en cuando para saber de dónde venimos.

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