02 julio 2020

El veneno del miedo




Cuando me desperté ahí estaba, justo a mi lado y me abrazó sin decirme nada. Solo esperando a que no me levantara, pero, una mañana más, me levanté, me duché, me vestí y desayuné. Cogí mi maleta, pero no pude levantarla, como si estuviera pegada al suelo. Luego intenté abrir la puerta, pero tampoco pude, así que me desvestí, me puse el pijama, fui a mi habitación y observé mi cama; ahí seguía el miedo. Una vez más había logrado vencer. Sabía que a la mañana siguiente volvería a inocularme el veneno del miedo y yo volvería a intentar vencerlo.

El miedo es una sombra que se desliza sin ser vista, una presencia que habita en los rincones oscuros de nuestra mente. Es un susurro persistente que nos dice que no podemos, que no debemos, que es mejor quedarse en la seguridad de lo conocido. Nos paraliza, nos roba el aliento, nos encierra en una prisión invisible donde cada paso es un desafío, cada decisión una batalla.

Me he dado cuenta de que el miedo no es solo un enemigo, sino también un espejo. Refleja nuestras inseguridades, nuestros temores más profundos, aquellos que preferimos no enfrentar. Nos muestra nuestras limitaciones y, al mismo tiempo, nos reta a superarlas. Cada mañana, al despertar, el miedo está ahí, esperando el momento preciso para atacar, para recordarnos nuestras fragilidades. 

El miedo tiene el poder de convertir lo cotidiano en una prueba de fuego. Un simple gesto, como levantar una maleta o abrir una puerta, se convierte en un acto heroico. Y aunque parezca que siempre logra vencer, la verdadera lucha reside en nuestra capacidad de intentarlo una y otra vez. Cada día que enfrentamos el miedo, aunque sea con pequeños pasos, estamos ganando terreno. Puede que no logremos grandes victorias, pero cada intento es una declaración de nuestra voluntad de no rendirnos.

El miedo también tiene una extraña manera de enseñar. Nos obliga a mirar dentro de nosotros mismos, a entender lo que realmente nos importa. En sus garras, descubrimos nuestras verdaderas prioridades, lo que estamos dispuestos a luchar y lo que podemos dejar atrás. Enfrentarlo, una y otra vez, nos transforma, nos fortalece, nos prepara para la vida con una comprensión más profunda de nosotros mismos.

Esa mañana, al volver a mi habitación y ver al miedo en mi cama, comprendí que mi batalla no era única. Todos llevamos nuestras propias cargas, todos enfrentamos nuestros propios demonios. Lo importante no es ganar todas las veces, sino seguir luchando. Porque en la persistencia, en la tenacidad de cada intento, se encuentra la verdadera victoria.

Sabía que a la mañana siguiente el miedo estaría ahí de nuevo, esperándome. Pero también sabía que yo estaría listo para enfrentarlo, con la esperanza de que, algún día, mi fuerza superaría su sombra. En ese constante vaivén, en esa danza interminable entre valentía y temor, reside la esencia de nuestra humanidad.

25 junio 2020

Un grado y medio


Ellos sabían la verdad. Las señales estaban por todos lados, en el mar, en los glaciares del Himalaya, en las lluvias torrenciales, en las sequías persistentes, en los desiertos y en los polos. Entregaron los informes pertinentes a los dirigentes políticos e hicieron todo lo posible para salvar lo que quedaba del planeta, pero no les hicieron caso. Ahora, los mandamases están pendientes de la cuenta atrás del transbordador que los llevará a Marte, dejando, para siempre, el planeta que ya no es azul y que convirtieron en gris petróleo.

22 junio 2020

Salud, tradición, competición y Vela Latina

Fuente: cuadro de Agustín Valido.


El coronavirus nos ha cambiado la vida tal y como la conocemos, de eso no cabe ninguna duda, nos ha hecho cambiar la forma de relacionarnos, ha levantado un muro, casi infranqueable, entre las personas y eso ha modificado muchos aspectos de nuestra vida laboral, cultural, deportiva, social y económica.

Y la Vela Latina también ha sido afectada por el coronavirus, porque nuestro deporte se fundamenta en la relación entre las personas, ya no solo en el ámbito competitivo, sino también en lo social y en lo cultural.

La Vela Latina no puede sobrevivir sin esa relación entre las personas, ya que es su eje fundamental, porque si los botes han llegado hasta aquí, es porque se ha sustentado en una red de interrelaciones personales, familiares, de amistad y de compromiso y este virus ataca a estas interrelaciones porque impide que tengamos ese tipo de acercamiento personal.

La Federación de Vela Latina Canaria de botes ha diseñado un protocolo para poder comenzar la competición el próximo mes de agosto, unas reglas que pretenden preservar la salud de los participantes cuando comience la competición, pero en mi opinión, este protocolo no garantiza, al cien por cien, la salud de los tripulantes y menos cuando haya once o doce tripulantes dentro de un bote, en quince metros cuadrados, hombro con hombro, tocando los mismos cabos, los mismos rejos de pulpo, las mismas superficies, y, menos aún, cuando se realice una virada, en la que el contacto es más estrecho.

Además, este protocolo de seguridad hará que esas relaciones interpersonales sean inexistentes, que vayamos a la base náutica solo a competir y eso, a mi entender, no es Vela Latina, es otra cosa muy distinta porque, como ya dije, la Vela Latina se fundamenta en las relaciones interpersonales.

La federación quiere comenzar la competición sí o sí, sus razones tendrá. Una competición que no la va a conocer ni la madre que la parió, descafeinada, que parece que se ha diseñado, exclusivamente, para cubrir el expediente y poco más.
En mi opinión, la Federación de Vela Latina Canaria de Botes debería de haber suspendido la actual temporada, primero, por cuestiones de salud y segundo, por cuestiones deportivas y culturales.

Proponiendo el inicio de la temporada, con protocolo y calendario de competición incluidos, está obligando a muchos botes a plantearse si competir o no, poniendo sobre la mesa las cuestiones económicas sobre las cuestiones de salud, porque no competir en esta temporada, podría suponer perder el derecho a recibir las correspondientes subvenciones de la temporada que viene, y bien sabe la federación, lo importante que es el apoyo de las instituciones a los botes, porque si un bote decide no competir por razones de fuerza mayor, tampoco lo podría hacer la temporada que viene porque no podrá contar con los apoyos económicos de las instituciones.

El día 16 de julio tienen la palabra los botes, en una asamblea extraordinaria que tendrá lugar ese día, una asamblea que nunca se tenía que haber celebrado y los botes teníamos que estar pensando en cómo recomponernos para la próxima temporada, que pensar en participar en una competición llena de riesgos, de incógnitas y de incertidumbres que no nos hacen ningún favor.

Solo espero que los botes sepan valorar que, por encima de las cuestiones económicas y deportivas, están las cuestiones de salud. Comenzar una temporada tal y como está planteada, no es Vela Latina ni es nada, solo cumplir con el expediente y nuestro deporte no necesita cumplir ningún expediente; llevamos muchísimos años haciéndolo y las instituciones tienen y deben valorar que lo primero es la salud y ese principio está por encima de cualquier otro principio.