Ya he comentado en alguna que otra ocasión que siempre estoy con la mirada activa, que tiene mucho que ver con mi faceta de escritor, de observador de la realidad y que intento plasmar en las historias que escribo y, también, en las fotografías que saco.
Por esa razón, llevaba unos días pensando en hacer una entrada con las fotos que saqué de las baldosas del centro comercial Alisios, en mi ciudad, Las Palmas de Gran Canaria. Unas fotos que son fósiles de plantas que, por alguna razón, se quedaron grabadas para siempre en las rocas. Espero que les guste.
Las baldosas del centro comercial no son simples fragmentos de piedra; son auténticas ventanas al pasado. Cada una de ellas cuenta una historia que se remonta a millones de años. Los fósiles que descubrí no son solo impresiones de plantas, sino testimonios de una época en la que la vida florecía de maneras que apenas podemos imaginar. Estas plantas quedaron atrapadas en el sedimento, y con el tiempo, se convirtieron en parte de la roca, preservando su forma con una fidelidad asombrosa.
Al caminar por Alisios, uno puede imaginar un antiguo paisaje, una tierra cubierta de vegetación exuberante, con helechos gigantes y árboles primitivos. Cada fósil es una pieza de ese paisaje perdido, un recordatorio de que, mucho antes de que el centro comercial existiera, la naturaleza tejía su propia historia en ese mismo lugar. Al observar estos fósiles, no solo vemos formas y texturas; vemos la huella del tiempo, el testimonio silencioso de un mundo que existió mucho antes que el nuestro.
Los fósiles vegetales, a menudo subestimados en comparación con los fósiles de animales, tienen un valor incalculable para los científicos. Nos hablan de climas antiguos, de ecosistemas extintos y de la evolución de las plantas. A través de ellos, podemos entender cómo la vida vegetal se adaptó y prosperó en diferentes épocas y condiciones. Estos restos petrificados son como las páginas de un libro, escritas en un lenguaje que estamos aprendiendo a descifrar.
Cada vez que paso por el centro comercial y veo esas baldosas, siento una conexión con ese pasado remoto. Es un recordatorio de que, aunque vivimos en una era tecnológica, estamos rodeados de historias antiguas que aún tienen mucho que enseñarnos. La próxima vez que visiten Alisios, les invito a detenerse un momento y mirar las baldosas bajo sus pies. Quizás, como yo, encuentren en ellas una fascinante ventana al pasado.
Fuente de las imagenes: Propia