15 febrero 2018

Amanecer espectacular

Mi hijo también saca buenas fotografías y la naturaleza posa cada día.
My son also takes good pictures and nature poses every day.

14 febrero 2018

El Diario de Marta. 6 de enero 1997. Noche

Inicio del diario. El diario de Marta. 6 de enero de 1997

6 enero 1997. Noche

Hola de nuevo, querido diario. Acabo de venir de casa de Magdalena. La muy puta también tenía un teléfono móvil. Un Motorola de color negro, que ella llamaba de concha.
teléfono
Mucho más pequeño que el mío y, tengo que reconocerlo, más bonito que mi Ericsson, que podía usar como elemento de defensa propia si fuese necesario.
Le pregunté por qué no me dijo nada cuando la llamé. Me dijo que sus padres le guardaron la sorpresa hasta el final y que de la emoción se olvidó llamarme.
¡Y una mierda!
Magdalena siempre ha sido así. Se lo guarda todo. Nunca dice nada. Parece una maldita mosquita muerta, pero cuando menos te lo esperas, se convierte en una peligrosa mantis religiosa, te arranca la cabeza y se la come para el desayuno.
No es la primera vez que me hace una de esas. Ya me lo hizo en los Reyes de 1990. La llamé para decirle que me habían regalado una bicicleta, una Torrot, rosada, sin esa barra incómoda en el centro, con un sillín de los más cómodo y una cesta a juego en el volante y, encima, se podía plegar. ¡Un sueño! Ella ni se inmutó. No dijo nada de nada.
Fui hasta su casa en mi Torrot rosada muy contenta pensando que el mundo era solo mío. La llamé desde el descansillo y cuando la vi bajar con una bicicleta también rosa, el doble de grande que la mía, el triple de hermosa que la mía, con un diseño que nunca había visto y una marca extranjera que no podía pronunciar.
Cuando salimos a dar un paseo por el parque, yo parecía una jaca que iba junto a una pura sangre.
En aquella ocasión también le pregunté por qué no me dijo nada y, como hoy, me contó la misma milonga.
Al mes siguiente unos gitanos nos asaltaron en el parque, pero solo se llevaron su bicicleta. Ella no puso mucha resistencia. A mí me la intentaron robar también, pero me resistí como una jabata, con uñas y dientes, en el sentido literal de la palabra, porque el que quería robármela, se llevó no sé cuántos arañazos y le falta un trozo del lóbulo de la oreja izquierda que escupí en un parterre cercano.
Te confieso, querido diario, que me alegré que le robaran su bicicleta, aunque, al poco, sus putos padres le compraron otra, no tan hermosa como aquella yegua extranjera de hierro cromado, sino una BH dorada que creo que era de segunda mano.
Lo cierto es que esa tarde de Reyes estuvimos jugando con nuestros nuevos juguetes, ella usando mi Ericsson y yo su Motorola de concha, hasta que me cansé de su maldito espíritu de superioridad y volví a casa.
Ya ves diario, al final te vas a convertir en un buen regalo.
Fuente de la imagen: www.webdesignerdepot.com

13 febrero 2018

El amanecer siempre llega

El amanecer siempre llega, despacio, atravesando el horizonte.
The dawn always arrives, slowly, crossing the horizon.

12 febrero 2018

Caín

Estaba sentado frente a la hoguera, observando cómo el fuego crepitaba y consumía los últimos rescoldos, esperando a que llegara la hora. No podía dejar de llorar, recordando lo que había sucedido. Pero tenía que volver al presente y buscó en sus bolsillos el menú de aquel restaurante de mala muerte donde había anotado la clave. El papel estaba teñido con la sangre de su hermano Hans. No pudo evitar la pelea. Su hermano lo agredió acusándole de querer quedarse con todo el dinero de la herencia de sus padres. Él se defendió empujándolo y Hans cayó de bruces partiéndose el cráneo. Huyó hacia el mar sin mirar atrás, sin poder quitarse de la cabeza, la imagen de su hermano muerto. Jamás se perdonaría la comisión de ese crimen. Pero todo había sido un desgraciado accidente. Miró el reloj, a esa hora ya estaría abierto el banco.
El tiempo parecía diluirse en la penumbra de la madrugada, mientras la hoguera emitía sus últimos suspiros. La madera carbonizada se desmoronaba en un leve chisporroteo, un reflejo de su propio estado interior. El peso de la culpa le oprimía el pecho, cada respiración se volvía más pesada, cada recuerdo más nítido.
Hans, con sus ojos llenos de furia, su voz cargada de acusaciones. El forcejeo fue inevitable, una mezcla de desesperación y miedo. Ese empujón, ese único movimiento, cambió todo para siempre. Ahora, en la quietud de la noche, la imagen de su hermano desplomándose, el sonido seco del impacto, lo perseguía con una persistencia cruel.
Las horas se arrastraron hasta que la primera luz del alba comenzó a teñir el cielo. El banco ya habría abierto sus puertas. Se puso en pie con esfuerzo, sintiendo que cada paso le acercaba más a un destino incierto. Sacó el papel del bolsillo y lo miró de nuevo, como si fuera un talismán de su última esperanza. La clave escrita en él, ahora borrosa por las manchas de sangre, era su única vía para intentar remediar el desastre que había provocado.
El trayecto hasta el banco fue una mezcla de temor y determinación. La ciudad comenzaba a despertarse, ajena a su tormento. Entró en la sucursal con el corazón martilleándole en el pecho. La luz artificial del lugar le hizo parpadear. Se acercó al mostrador, entregó el papel y esperó. Cada segundo parecía eterno, la ansiedad crecía.
Finalmente, el cajero le indicó que todo estaba en orden. La suma de dinero, fruto de la herencia que tanto había dividido a su familia, se encontraba disponible. Pero la paz que esperaba encontrar en ese momento no llegó. Miró el dinero, consciente de que ningún valor material podría borrar el recuerdo de lo sucedido, ni devolverle a su hermano.
Salió del banco con las manos temblorosas, el peso del dinero no aligeraba el de su conciencia. Caminó sin rumbo, buscando un sentido en medio del caos de sus pensamientos. Sabía que el perdón nunca llegaría, que la sombra de Hans lo acompañaría siempre en cada uno de sus pensamientos, pero también comprendió que debía enfrentar su destino, encontrar una manera de vivir con la verdad y asumir las consecuencias de sus acciones. Solo así, quizás, algún día podría hallar un atisbo de redención.
 Fuente de la imagen: Pixabay 

11 febrero 2018

10 febrero 2018

I've built you in every night of your absence

I've built you in every night of your absence,
I've shaped your burning lips,
I kissed them with passion, I kissed them tenderly,
I have caressed them with my hands
like desperately looking for a way in the air,
a sigh to hold on to
looking for in them your warm presence.

I've built you in every night of your absence,
shaping your grand smile,
wanting to hear your laugh, your singular laugh,
and laugh with you to comfort this heart that hides like the sun.
every afternoon when you're gone.

I've built you in every night of your absence,
painting your body in the air,
wanting to run through your warm hills,
kiss the fresh daisies that grow on them,
to dislodge their petals with my tongue,
watching your gaze get lost in the night
looking at the clouds and the stars
feeling like the freshness of our pleasure
runs right through our backs.

I've built you in every night of your absence,
sculpting our bodies between white sheets,
between the yellow sand of a beach,
between the warm mist of a black Ford, Barcelona license plate,
in the living room of a crowded disco,
to immerse ourselves in our love,
in our kisses,
in the burning touch of our bodies,
and arrive defeated by pleasure
to ecstasy, to the nirvana we have built
with our caresses.

I've built you in every night of your absence,
to look for you inside of me,
to give you all my feelings with my hands,
to hold you in the air even for a moment.
and get lost in a sea of uncontrollable chills,
to fall asleep with your image
in the desert of his absence
waiting for the day you give me to drink the water of your presence.

 Photo source:   own

09 febrero 2018

Los restos de la bicicleta

Ocurre que amarras la bicicleta y cuando vuelves te la encuentras sin la rueda ni el manillar y piensas:
¡Qué he hecho yo para merecer esto!
It happens that you tie up your bike and when you come back you find it without the wheel or the handlebars and you think:
What have I done to deserve this!