Fuente: propia
Greenloop fue, hasta la inesperada erupción del Rainier, una selecta comunidad ecológica. Ubicada en los bosques del estado de Washington, a poca distancia de Seattle, ofrecía una vida idílica a sus habitantes, gracias a unos avances tecnológicos que estaban en comunión con la naturaleza.
Ahora, de entre los escombros y los rastros de sangre de la urbanización, han podido recuperarse los diarios de Kate Holland. En ellos se relata una historia demasiado espantosa para ser olvidada, tan horrenda que podría romper nuestras convicciones. Incluso las más firmes, como la solidez de nuestra civilización.
En las páginas de Involución, Max Brooks no solo hace público por primera vez el extraordinario testimonio de Kate, sino que también expone los resultados de su propia investigación sobre la masacre de Greenloop y sobre las letales criaturas que la llevaron a cabo, seres con un aura legendaria pero que se han revelado como terroríficamente reales.
Cuando Vigàta se llena de pateras, Salvo Montalbano se ve completamente desbordado de trabajo. Tras haber sobrevivido a las olas traicioneras, cientos de migrantes llegan hasta la costa en pésimas condiciones, sin medios ni garantías, por lo que ayudar se convierte en un deber para el comisario y sus hombres.
Como si ese apremiante desastre no bastara, Montalbano, acuciado por Livia ante la inminencia de las bodas de plata de unos amigos, se pone en manos de Elena, una bella modista que regenta la sastrería más afamada de Vigàta y con la que traba una complicidad inmediata. Pero cuando Elena aparece brutalmente asesinada, entre algodones libaneses y rollos de tela, el comisario, con la colaboración nada menos que del gato de la víctima, hará todo lo posible para desenmarañar el ovillo de tan horrendo crimen.