11 mayo 2012

La dinámica de los andenes



Aquella mañana me quedé dormido y me levanté sobresaltado con el sabor amargo de aquella pesadilla, que más de una noche me asaltaba como un ladrón en un callejón oscuro. Me vestí tan rápido como pude, cogí una manzana y salí corriendo hacia el trabajo; eran las diez de la mañana.



Me sentí extraño al pisar las calles de Barcelona a esa hora. Estoy acostumbrado a salir antes de que aclare el día y te encuentras siempre a las mismas personas, el mismo paisaje urbano con las tonalidades del amanecer, sin embargo, todo cambia cuando corre la hora. 



Mis pies se dirigieron de forma autónoma hacia la boca de metro del Liceo. Tengo que decir que desde hace ya cinco años, soy un cliente fiel del metro de Barcelona, desde que el ayuntamiento comenzó a llenar las calles de zonas azules y de zonas verdes, hasta que me harté y vendí el coche.

Bajé por las escaleras del metro a trompicones, pensando qué escusa le iba a contar a mi jefe. Mientras trasteaba con mi teléfono móvil, comprobé que tenía más diez llamadas perdidas suyas y, esa, no era una buena noticia. 

Saqué mi T-mes y la validé en la primera máquina que encontré vacía. Me dirigí automáticamente a la línea verde que me conducía hacia la Zona Universitaria donde estaba ubicado mi trabajo de maquetador de libros.

Ya en el andén, cogí mi teléfono y le envíe un SMS a mi jefe, comunicándole que no me había muerto y que en veinte minutos estaría al pie del cañón. 

Después sentí una sensación extraña, como si alguien me observara desde el andén de enfrente. Levanté la cabeza y miré hacia allí. Descubrí que una persona me miraba sin apartar en ningún momento sus ojos de mi. Me dio la sensación de estar frente a un espejo, pero no, no era mi reflejo, aquella persona era igual que yo. 

Tuve la intención de saltar a la vía para encontrarme con él, pero miré al panel de información; mi tren entraría en menos de treinta segundos, sería una auténtica locura.

Cuando mi tren llegó, dudé unos instantes si subir o no, pero no lo hice, di media vuelta y subí corriendo las escaleras para dirigirme hacia el otro andén. Corrí lo más rápido que pude, bajé las escaleras y llegué. 

Mientras cogía el respiro que había perdido por el camino, pude ver como el tren se perdía en la oscuridad del túnel, y con él, encontrarme con la persona que se parecía increiblemente a mí. 

Un sudor frío me recorrió todo el cuerpo porque, a partir de ese momento, todas las pesadillas que me asaltaban en la noche, cobraban de repente significado. Unas pesadillas en las unas señoras, sin rostro, que me separaban de mi hermano gemelo.

Volví a mi andén con paso cansino, como si llevara mil toneladas atadas a los pies. Me senté a esperar a ver si volvía a aparecer. Los trenes del metro fueron pasando, hasta que por fin, a las ocho de la tarde, decidí regresar a casa con la esperanza de que algún día, con suerte, volvérmelo a encontrar en el metro de Barcelona.

También en:

https://steemit.com/spanish/@moises-moran/la-dinamica-de-los-andenes

09 mayo 2012

Caminos


De madera, de piedra, de polvo, de tierra, de agua, de fuego, de dolor, de tristeza, de alegría, de olvido, de huida, de reencuentro, de duda, de amor... ¿Cuál es tu camino?

06 mayo 2012

Te amo, princesa.


... aunque no sé cómo decírtelo

05 mayo 2012

Estigmas internos

Tengo grabado el estigma de lo propio, del camino correcto, de las pautas preestablecidas, de la buena educación, de lo que está bien y de lo que está mal. Estoy cansado de seguir las indicaciones; para allí, para allá; siéntese, levántese; duerma, despierte; llore, ría; trabaje, no trabaje; gaste, ahorre; grite, cállese; ame, no ame; engorde, adelgaze; vacúnese, no se vacune...

03 mayo 2012

Sexo escaleno

Tú, él y yo. Somos una multitud; muchas manos, muchos olores, muchas caricias bajo la mesa, muchos orgasmos inconfesables, muchos  WhatsApp secretos  y tres corazones de cristal.



30 abril 2012

¿Qué he leído? Bugui, aventuras y desventuras de un perro callejero de Juan Ignacio Henríquez González

En un remanso de Kafka en la Orilla de Murakami, he leído Bugui, aventuras y desventuras de un perro callejero de Juan Ignacio Henríquez  González, otro libro de nuestra asociación, NACE. Una historia infantil entretenida que gustará a todo el mundo, en especial a los más pequeños.


19 abril 2012

Yo, funcionario


Hace ya veintiún años que soy Funcionario de Carrera y esa condición no la gané en ninguna tómbola ni tampoco de la mano de algún enchufe trifásico, no tuve esa suerte. No, accedí a la función pública después de más de un año de sacrificios personales, de muchas horas de estudio y de muchos nervios. Tuve que pasar tres pruebas eliminatorias muy duras que estaban regidas por las máximas constitucionales de igualdad, mérito y capacidad y que algunos han olvidado,.
Ahora, en esta coyuntura de crisis mundial, se nos piden sacrificios y los estamos haciendo; ya nos han recortado y congelado el sueldo.
Cuando hablan de recortes, la mayoría, miran para el funcionario como el elemento al que hay que destripar en la plaza pública hasta dejarlo sin aliento porque, hay que reconocerlo, nunca hemos tenido buena prensa.
Pero todos estos se olvidan, que somos los funcionarios los que sacamos adelante todos y cada uno de los servicios públicos de una manera digna, en las Escuelas, en los Institutos, en las Universidades, en los Centros de Salud, en los Hospitales, en los Ayuntamientos, en los Cabildos, en las Comunidades Autónomas y en el Estado.
Ayer leí que el Gobierno de Canarias nos quiere recortar la paga extra de diciembre, dejarnos de pagar el complemento de destino y el complemento específico. Ahora se me llenó la cachimba, ¡ya está bien!
Antes de tocarme la paga extra de Navidad, ¿por qué no se examina con profundidad el presupuesto y se elimina todo lo que es superfluo? ¿Por qué no suprimen la gran mayoría de las empresas públicas y fundaciones que fueron creadas para meter a hermanos, primos, tíos, cuñados y demás familia y que para más Inri, nos han ido quitado funciones que nosotros realizábamos?
No, no soy solidario, en este caso no puedo serlo, porque yo estoy en la Función Pública por méritos propios, porque pasé unas pruebas muy duras y no me pueden meter en el mismo saco con personas que han accedido a la administración por la puerta de atrás y, si tienen que salir, tienen que salir por la misma puerta que entraron.
No, parte de mi sueldo no va a seguir sirviendo para mantener una estructura pública que se ha construido sobre la base del enchufismo, en la que se han creado empresas públicas sin razón lógica alguna, solo para pagar favores políticos. Ahora es el momento de poner los  puntos sobre las íes y colocar a cada uno en su sitio.