10 junio 2010

Gracias a todas y todos los que asistieron a la presentación de mi libro.

Desde este pequeño rincón, donde dio sus primeros y definitivos pasos esta novela, me gustaría darles las gracias a todas y todos los que asistieron a la presentación de mi libro. Me sentí muy arropado. Estuvo genial.
Gracias, de corazón.

01 junio 2010

Presentación de mi primera novela: Historias de un esquizofrénico que no quería serlo, pero que lo era.


Esta es tu invitación...



Y este es un vídeo personalizado de la invitación, espero que te guste.

27 mayo 2010

¿Qué estoy leyendo?

Después de leer Crónica sentimental en rojo de Francisco González Ledesma les tengo que decir que me gustó mucho este libro, interesante, de lectura entretenida y encaja perfectamente en el género negro con el caustico Méndez como principal protagonista. Pronto volveré a las calles de Barcelona de la mano de este policía tan especial. Recomendable.
Ahora comienzo Veneno de cristal, de Donna Leon, ya les contaré.

15 mayo 2010

Sustitución de libro...

Comencé a leer La princesa del hielo de Camila Lackbërg, para darle otra oportunidad de sorprenderme, pero mi gozo en un pozo, más de lo mismo, es decir, se va por los Cerros de Úbeda contándonos historias de poco o nada tienen que ver con la trama, y sinceramente, en una novela negra, eso me aburre, porque tengo la impresión de que es puro y duro relleno: en la novela negra, el relleno, sí, si luego te lo vas comer.
Así que decidí sustituirlo por Crónica sentimental en rojo de Francisco González Ledesma, un libro que me recomendó mi amigo Aquiles.


Tengo que decir que llevó leídas unas cincuenta páginas que leí de un tirón y ese es un buen comienzo.Ya les contaré.

10 mayo 2010

El beso deseado

Fuente: Pixabay

Etual era un joven mozárabe que bajaba todas las semanas a la ciudad de Valencia, allá por el siglo X, a vender el vino de las bodegas de su familia en las posadas de la ciudad.
El viejo Calev, que era un próspero comerciante judío, oyó con claridad el cántico del vendedor de vinos y como apreciaba el buen caldo, esperó su llegada para comprarle dos o tres pequeñas tinajas al joven Mozárabe.
Cuando Etual llegó a las puertas del comercio, se encontró con Calev, que estaba regateando el precio de una partida de alfombras con un árabe. Allí vio por primera vez a la joven Telalit que era una de las hijas de Calev. Sus miradas se encontraron por un instante, se sonrieron y Etual le preguntó:
—¿Me atiendes tú o espero por tu padre?
—Vete llenando estas tinajas. Si Padre quiere más, él te lo dirá.
Mientras Etual llenaba las tinajas, no dejaban de mirarse y de sonreírse. Al entregarle las tinajas, sus manos se rozaron por un momento, se volvieron a mirar y agarraron, por primera vez, el hilo invisible del amor.
Después de un año de miradas, caricias y sonrisas furtivas, en uno de esos encuentros, aprovechando que Calev había ido al puerto a recoger unas mercancías, Etual le dijo:
—Telalit, me gustaría verte esta noche, necesito sentir tus labios en los mios, abrazarte y besarte.
—Etual, yo también lo deseo, pero nuestro amor es imposible. ¿Olvidas que soy judía y tú mozárabe? Jamás podríamos casarnos y eso sería una locura.
—Ya lo sé, pero vivamos esa locura, amor, vivámosla. Escucha, cada noche, si quieres verme, pon una copa de vino en tu ventana, esa será la señal para nuestros encuentros.
—Será muy arriesgado, Etual, si nos descubren mi padre te despellejará vivo y a mí, no sé lo que me haría.
—Correremos ese riesgo. Amor, ya no puedo vivir sin ti. Esta noche volveré, pero antes dame un beso.
—¿Un beso? ¿Tú estás loco? ¿A plena luz del día?
—Sí, un beso, quiero besar tus labios Telalit.
La muchacha se acercó y le besó los labios con una dulzura que él nunca olvidó, su cuerpo se estremeció y le dijo:
—Hasta esta noche mi amor.
Así, todas las noches de todas las semanas de los años siguientes, Etual, visitaba a su amante y furtivamente se fueron amando hasta la locura.
Hasta que un día, Telalit dejó de poner la copa de vino en su ventana. Pasaron las semanas y los meses. El joven no entendía lo que ocurría, pero seguía acudiendo cada noche a su cita y vendiendo su vino al viejo Calev. Mientras, su joven amante, lo observaba desde lo alto de su ventana, bebiéndose las lágrimas del dolor y la pena.
Una noche de primavera, Etual encontró la copa de vino en la ventana, su corazón le dio un vuelco y esperó. Al poco, salió su amada. Se besaron y se abrazaron como nunca lo habían hecho, como si su mundo se fuera acabar en ese preciso instante. En ese momento, Telalit le dijo con tristeza:
—Dentro de tres semanas me caso con el señor Ivri, un viejo asqueroso al que no quiero, pero mi padre necesita su dinero para ampliar su negocio. Le entrega una buena dote por mí.
—¡No! Eso no puede ser, yo te amo Telalit, no te puedes casar.
—Yo también te amo Etual, pero nuestro amor es imposible.
—¿Qué haremos entonces?
—Olvidarnos de este amor. No hay otra salida.
—¿Olvidarnos de nuestro amor? Sería capaz de cortarme el cuello si no tengo tu amor, Telalit. Necesito tus besos, tus caricias, y quiero formar una familia, tener hijos…
—Todo lo que dices es una locura.
—Escúchame, te amo y sé que tú me amas. ¿Hasta dónde estás dispuesta a llegar por nuestro amor?
—Sabes que haría lo que fuera por estar contigo, te amo con toda mi alma.
—Tenemos tiempo de preparar nuestra huida. Todos los domingos sale un barco hacia Nápoles. El capitán es un buen amigo mio, porque siempre le dejo el vino a buen precio. Estoy seguro que nos llevará a cambio de las ocho tinajas de vino que traigo cada semana. Es sencillo Telalit, yo vendré a buscarte dentro de dos semanas. Ese domingo, si veo la copa en tu ventana, sabré que te vendrás conmigo, si no la veo, lo entenderé y de igual forma me iré, porque no podría soportar verte en brazos de otro hombre y que te marchites como una rosa en el desierto.
—Pase, lo que pase, Etual, nunca olvides que te amo.
—Nunca lo olvidaré, vida mia.
El joven mozárabe preparó todo el viaje, habló con el capitán que no le puso ninguna objeción para llevarlo hacia Nápoles al precio convenido.
Al amanecer del domingo previsto, Etual fue en busca de su amante con un hatillo de ropa, una pequeña mata de los viñedos de su padre y las dos mulas con las tinajas de vino.  Miró hacia la ventana y no vio la copa de vino. Cuando el mozárabe bajaba por las calles oscuras de Valencia, creyó oír el grito ahogado de su nombre que se perdía por las callejuelas, se giró pero solo encontró la oscuridad de la noche.
Las lágrimas bajaron por su rostro como torrentes en busca del mar, comprendió que hay amores imposibles y partió con el recuerdo de una copa de vino, de unos besos y con una esperanza en su corazón.

También en: 
  https://steemit.com/spanish/@moises-moran/el-beso-desado



08 mayo 2010

¿Qué estoy leyendo?

Por fin terminé de leer La Dalia Negra, de Jame Ellroy y tengo que reconocer que me esperaba más de este autor. Tiene un narrativa entretenida y sencilla pero le falta un poquito más de chispa.
También me he leído los siguientes libros:

Un libro bien escrito pero no voy a recomendar porque la historia que cuenta no me aportó nada nuevo, una historia monocorde.





 Sandra Franco, cuenta una historia entretenida y bien contada, ideal para el público al que va dirigida. Una de las mejores historias de la colección. Un libro que recomiendo, los más pequeños no se aburrirán.


Alexis Ravelo nos presenta una historia con una narrativa sencilla y ágil en la lectura y consigue el objetivo para la que fue creada: entretener al lector. Un libro para recomendar.

Ahora comienzo a leer dos libros:  


Ya les contaré.

23 abril 2010

El primer impulso

Todo empezó  de repente y, tengo que reconocerlo, nunca he sabido por qué. Comenzó  un día de primavera, al llegar a casa después del trabajo, a eso de las ocho de la noche. Él estaba esperándome sentado, fumando y bebiéndose una cerveza. Al entrar, me dijo en tono despectivo:

-Esta es la tercera vez que llegas tarde, ¿a quién te estás tirando?
-¿Qué  dices? Tú estás loco.
-¿Loco? Puta de mierda. ¡Dime! ¡¿A quién te estás follando?!
-Tienes que dejar la bebida, sabes que no te sienta bien.

Justo en ese momento, se levantó y me propinó un puñetazo que me dejó sin sentido y me rompió un diente.
Cuando recobré  el sentido, era de madrugada y tenía el regusto amargo de la sangre en la boca. Los niños estaban dormidos y él también. Pensé  en lo que había pasado. Sabía que si no paraba esto, las agresiones irían a más, y terminaría por matarme. 
El primer impulso fue cortarle el cuello con el cuchillo grande de cocina. Pero tengo dos hijos que alimentar, y si lo hago, me pasaré quince años en la cárcel.
Pero quería que él supiera que esto no se iba a quedar así. De manera que afilé el cuchillo y me dirigí a mi alcoba. Antes, llame al 112, les dije que mi marido me estaba amenazando, desperté a mi hijos y los bajé al portal. Subí con rapidez, cogí todas las llaves de la casa, cogí el cuchillo y me dirigí a la alcoba. Encendí la luz, miré por unos instantes a un hombre que ya no conocía, que un día amé con locura y que ahora se había convertido en una bestia guiada por celos. Le puse el cuchillo en el cuello, lo desperté y cuando abrió los ojos, le dije:

-La próxima vez que me toques, te corto el cuello, porque algún día tendrás que dormir.
Hizo un intento de levantarse, pero apreté el cuchillo contra su cuello y supo que tenía que quedarse quieto y me gritó:
-¡Te voy a matar puta! 

Tengo que reconocer que volví a tener el impulso de rebanarle el cuello...pero no lo hice, ese no era el plan.
Huí tan rápido como pude, tiré el cuchillo al suelo, salí al descansillo y cerré la puerta con llave. Oía sus gritos desde dentro, dando golpes en la puerta, al tiempo que me llamaba de todo lo que no está escrito.
Cuando bajaba las escaleras, me detuve en el rellano, me toqué la mandíbula, todavía me dolía el puñetazo de la noche anterior, miré a la barandilla de hierro, respiré hondo y me dí un cabezazo con toda mi fuerza contra el filo. Casi pierdo el sentido del dolor tan intenso, la sangre me brotaba y me bañó el rostro de sangre.
Al llegar al rellano del portal, ya había llegado la policía que intentaron auxiliarme conteniendo la hemorragia. Mis dos hijos lloraban desconsolados viendo aquel espectáculo dantesco. Llamé a mi hermana para que se hiciera cargo de los niños, mientras yo iba a urgencias para hacer el parte de lesiones.
Hace muchos años que no sé de él, gracias a una orden de alejamiento que lo mantiene a más de quinientos  metros de mí y de mis hijos.