18 marzo 2010

La sorpresa de Apolonia


Fuente de la imagen: Pixabay

Era el primer sábado de primavera, me asomé al balcón y un magnífico día se abría ante mí. A mi lado me sonreía y movía el rabo mi perrita Apolonia, que no sé porqué, sabía, que hoy tocaba gran paseo por el parque y muchas, muchas carreras detrás de su pelota multicolor.
Después de desayunar, a eso de las diez y media, salí con Apolonia en dirección al gran parque que hacía bien poco, había sido inaugurado por el señor Alcalde a bombo y platillo, porque las elecciones estaban a la vuelta de la esquina. 
El parque estaba a quince minutos, a pie, desde mi casa. Tengo que reconocer que era magnífico, de no sé cuantos metros cuadrados de zonas verdes y de esparcimientos varios. Un lujo para aquellos que lo podíamos disfrutar, de cuando en cuando.
Para llegar a él, teníamos que atravesar unas viejas ramblas que estaban repletas de vetustos árboles, en su mayoría, plátanos, Platanus Hibrida, como los solía llamar mi padre, que se perdían en el cielo.
Apolonia, se había acostumbrado a hacer sus necesidades por los rincones de aquella larga rambla, por la sencilla razón de que, entre semana, esa era la zona de sus carreras y juegos.
Como siempre, empezó a dar vueltas como buscando un tesoro perdido, pero claro, yo sabía que el resultado, no iba a pasar de una deyección mal oliente. Por fin, encontró el lugar, y mirando hacia las copas de los plátanos, como buscando ayuda del cielo, defecó una cantidad considerable de excrementos.
Esto es lo menos que me gusta de tener un perro, los queremos tanto, que le recogemos la mierda durante muchísimo años, pero claro, hay que estar para las verdes, pero también para las maduras.
Después de su acción escatológica, Apolonia salió corriendo como liberada de un gran peso. Yo saqué de mi bolsillo una bolsa de unos grandes almacenes muy cotizados en mi ciudad, muy grande para mi gusto, que había cogido del guarda-bolsas de mi casa, y recogí, con sumo cuidado, la defecación para tirarla a la primera papelera que encontrara.
Mientras mi perra corría de aquí para allá, yo llevaba en mis manos la bolsa del gran centro comercial, con los restos de una buena digestión canina, buscando donde depositarla.
Por fin, divisé una papelera, que estaba al otro lado de calle. De un silbido llamé a mi perrita, que corrió hacia mí. La até en corto en un banco cercano y me dispuse a cruzar la calle. Cuando estaba en la otra acera, oí el ruido ensordecedor de una motocicleta, giré la cabeza y pude ver claramente que se acercaba a gran velocidad. Casi sin tiempo a reaccionar, el acompañante, de un tirón, me arrebató la bolsa y se perdieron calle abajo. Me quedé unos instantes sin saber que hacer, pero al pensar en lo que se iban a encontrar mis encantadores ladrones cuando abrieran la bolsa, me tuve que sentar en el bordillo de la acera, riendo a mandíbula batiente. Mientras, Apolonia me miraba sin entender absolutamente nada y moviendo el rabo, solo queriendo que siguiéramos nuestro camino, hacia el destino que nos esperaba, en el gran parque, aquel esplendido sábado de primavera.

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https://steemit.com/spanish/@moises-moran/la-sorpresa-de-apolonia

17 marzo 2010

¿Qué estoy leyendo?

Después de leer La Tesis de Nancy, de Ramón J. Sender, un libro muy recomendable para su lectura, comienzo con Vector de Robin Cook, a ver que tal está.

16 marzo 2010

Portada de mi novela corta: Historias de un esquizofrénico que no quería serlo, pero que lo era.


Estoy ultimando la corrección de mi próximo libro. Esta vez se trata de una novela corta que espero que vea la luz durante el próximo verano.
Les adelanto la portada.


10 marzo 2010

Di ¡No! al nuevo catálogo de especies protegidas de Canarias.

El Gobierno de Canarias pretende imponer un nuevo catálogo de especies que desprotege de diferentes maneras a 341 especies. Muchas de las especies a las que se les pretende rebajar su categoría de protección han visto empeorar su estado de conservación y sus hábitats en los últimos años. Di ¡No! al nuevo catálogo de especies protegidas de Canarias.

06 marzo 2010

El Escote

Fuente de la imagen: Pixabay

Cuando entré, no pude evitar mirarle su exuberante escote. Me detuve durante unos segundos, los suficientes para pensar que tenía unas hermosas tetas, luego levanté la mirada y vi que tenía unos hermosos ojos negros. Me sonrió y yo le sonreí. Pensé que pensó que:
  1. Todos los tíos son iguales, que solo follan (perdón, piensan) en lo mismo.
  2. Me habré pasado con el escote.
  3. Es que tengo unas tetas de escándalo.
  4. Mi dinero me han costado y tengo que sacarles rentabilidad.
  5. Este tío es un descarado y un guarro.
Ella se fue y no pude evitar pensar en que...,bueno en fin, ese día mis niveles de testosterona estaban por las nubes, por decir algo, pero la tía estaba muy buena. 

También en:
https://steemit.com/spanish/@moises-moran/el-escote

05 marzo 2010

Ponga a un canario en su biblioteca por Alexis Ravelo.

 Transcribo, bueno...copio y pego, una entrada del blog: Ceremonias del amigo y escritor Alexis Ravelo. Espero que les guste, a mí me gustó.

Mi querido amigo /querida amiga:
Usted, que descubrió con ojo avezado el realismo mágico antes que nadie y maneja con facilidad varias generaciones narrativas, no sólo peruanas, argentinas y mexicanas, sino también cubanas, venezolanas, paraguaya y brasileñas.
Usted, persona de hábitos sibaritas, que ha mostrado a sus amigos y amigas las excelencias de escritores de lugares como Armenia, Congo Belga, Albania, Bosnia, Turquía y Eslovaquia.
Usted, lector o lectora perfectamente al día, que ya leía a los autores suecos antes de que llegara Larsson, que ya había asistido a la edificación de los pilares de la tierra antes de que se implantara su marina franquicia catalana y ya sabía de todos los secretos vaticanos antes de que el cine los expusiera al vulgo.
¿Va a dejar pasar la oportunidad de ser el primero o la primera entre los suyos en descubrir el nuevo fenómeno literario periférico? ¿Va a permitir que sea ese compañero de oficina estirado, esa vecina “moderna”, ese cuñado pedante, o esa primita resabiada quienes le descubran a estos nuevos e interesantísimos autores?
Piense que en este mundo global, en el que todo lo excéntrico parece tan céntrico y tan explorado, en el que parecen no quedar ya flores salvajes, existe aún una literatura periférica por descubrir, la cual, sin embargo, resulta intelectualmente asequible a su idioma y su cultura sin dejar de ser un producto genuinamente exótico. Me refiero (si está bien informado, lo habrá adivinado ya), a la literatura canaria.
Repare en las evidentes ventajas: alejamiento de la Metrópoli pero cercanía intelectual; africanidad pero en español; referentes americanos pero giros léxicos mucho más familiares para el lector ibérico; crisol de culturas, pero sin necesidad de viajar a Nueva York (carísimo), en caso de querer visitar el escenario de su novela preferida. Y, en cuanto a la moda sueca, recuerde que los canarios fueron los primeros españoles en plantar su semilla en el frío norte (Muchas veces, en sentido literal. Una demanda colectiva de paternidad en los años ochenta lo demuestra).
Y una vez pensado todo esto, no piense más y ponga a un canario en su biblioteca.
Después podrá hablar de la prosa recia de González Déniz, del rico universo de Antolín Dávila, de los deliciosos bocados narrativos de Dolores Campos-Herrero, de los grises ambientes de González Ascanio y las elegantes ficciones de José Manuel Brito.
Podrá hablar, también, de temas de candente actualidad: del polémico asunto de la memoria histórica, con las novelas de Miguel Ángel Sosa Machín como excusa; del pequeño drama de las anónimas víctimas de la crisis, haciendo lo propio con las de Santiago Gil.
Podrá hacer sonreír a sus amistades con los juegos naif de Juan Carlos de Sancho. O presumir de haber constatado primero que nadie la valía de relatistas y microrrelatistas, como la joven Ángeles Jurado o la todavía más joven Judith Bosch.
Si es amante de intrigas y violencias, tiene varios escritores negros entre los que elegir: algunos autóctonos, como Correa o Ravelo; otros afincados hace años en las Islas, como Lozano o Carlos Álvarez (no confundir con el cantante lírico).
Incluso dispone usted de varios ejemplares de canarios afincados en grandes ciudades, como Sabas Martín o José Carlos Cataño (una de cuyas novelas tiene como ganancia secundaria proporcionar un tema originalísimo de conversación, olvidado entre nosotros desde Leopoldo Azancot: el erotismo y el judaísmo).
Y la poesía… Ah, la poesía. Canarias, por si usted desconoce el dato, es tradicional territorio de poetas. Puede empezar por los más jóvenes: Pedro Flores, Tina Suárez, Federico J. Silva, Alicia Llarena, Verónica García, Silvia Rodríguez (no confundir con el cantautor), Cecilia Domínguez, Marcos Hormiga… Son tantos y tan interesantes que usted podrá hablar de uno cada día sin repetirse en mucho tiempo.
Imagínese en medio de esa reunión social en la que ya hace rato que corren el vino y la cerveza, captando la atención de todos al decir: “Recuerdo un poema de un poeta de Lanzarote que…”. Se convertirá enseguida en el centro de interés de sus potenciales amantes y en la envidia de sus rivales amorosos.
Pero, ya que será el primero o la primera en descubrirlos, aproveche su ventaja. Usted, que cuando apareció Mankell olisqueó enseguida a Sjöwall-Wahlöö, no pierda el tiempo y encuentre cuanto antes a los Millares y los Padorno y los de La Torre, a Arozarena y a Isaac de Vega, a Agustín Espinosa y García Cabrera, a Alonso Quesada y Domingo Rivero.
En esta tarea (puede que algo laboriosa, pero de indudable provecho) podrá ayudarse de utilísimos estudios de Jorge Rodríguez Padrón, Eugenio Padorno, Oswaldo Guerra, Antonio Becerra o Nilo Palenzuela, entre otros, sin olvidar a la decana de los estudiosos de la literatura canaria: doña María Rosa Alonso.
Piense en cómo presumirá de haber llegado antes que nadie a los protagonistas de la nueva ola canaria; en la soltura con la que transmitirá sus conocimientos acerca del mestizaje cultural, de la influencia del paisaje en la poética insular; piense en el asombro que despertará al decir a los neófitos: “Pero si los tenías ahí, ante tus narices: justo enfrente de África. Y no los conocías”.
No espere más. Ponga a un canario en su biblioteca.
Quizá al principio le cueste un poco y tenga que dirigirle la palabra a su librero o librera de confianza, porque tal vez (pequeñas desventajas de ser un pionero) hasta dentro de un tiempo no figuren en mesa de novedades. Mucho menos en supermercados, aeropuertos o en esa cadena de negocios que llevan nombre de maniobra textil (o de gesto insultante, si usted quiere) y apellido de gentilicio británico. Esos sitios, como bien sabe, van siempre en el furgón de cola de la cultura, a remolque de lo que ya otros han descubierto. No sea vulgar. Usted tiene demasiada clase para eso. Acuda a los sitios donde re-al-men-te están los libros y solicite a alguno de los autores mencionados en este aviso (que es también advertencia) o a otros canarios que su librero acaso ya conozca.
Porque sí, ya varios editores (ellos no son tontos) han puesto los ojos en diversos canarios y los han fichado. Y, por otro lado, desde hace tiempo los distribuidores (ellos tampoco son miopes) hacen llegar regularmente a cualquier rincón de España los libros de las editoriales canarias (sí, las hay: alguna tienen incluso luz eléctrica y teléfono).
Así pues, no espere más. Que cuando Babelia o El cultural lleguen, usted lleve ya un buen  rato ahí. Conviértase en un precursor, en un pionero, en un experto. No deje que se le eche encima lo irremediable y le coja despistado lo que ya se veía venir.
No dude un instante más. Ponga a un canario en su biblioteca. Hágalo hoy y enorgullézcase mañana. No sea esta vez de los últimos en enterarse.  Hágalo sin demora. Comparta, además, este mensaje entre personas de su círculo más íntimo. No se lo envíe a todas: sólo a aquellas que lo merecen. Se lo aseguro: se lo agradecerán.
Sin otro particular que comunicarle y esperando que la información proporcionada le sea de utilidad, aprovecha para enviarle un cordial saludo:
Bernardo Betancor.
(Becario Adjunto a la Cátedra de Pirobiología y Concatenaciones Diversas de la Universidad de Patafísica de San Expósito).

Hijo

Estás aquí, sí
dentro de mi corazón
no te olvido.