25 agosto 2020

24 agosto 2020

23 agosto 2020

Novelas que leo: Asesinato en el laberinto de J. J. Connington

«Por la construcción de su trama y la vivacidad de su prosa, la considero verdaderamente una obra de máxima categoría, que coloca a J. J. Connington en la primera fila de los escritores de novela detectivesca».   T. S. ELIOTLa finca de Whistlefield es famosa no solo por su belleza, sino también por el laberinto vegetal que diseñaron sus primeros propietarios. El recorrido, delimitado por altos setos que se entrecruzan en caminos sin salida o que regresan al punto de partida, conduce a dos centros distintos en los que un cómodo banco recompensa a quienes logran alcanzar la meta. Y es allí donde, en una calurosa tarde de verano, aparecen los cuerpos sin vida de Roger Shandon ;el dueño de la heredad; y de Neville ;su hermano gemelo y conocido abogado;, ambos asesinados con la misma arma: un dardo impregnado de curare. Dado que todos los miembros de la familia, los únicos capaces de orientarse en el laberinto, parecen tener una sólida coartada, serán necesarias una mirada aguda y una inquebrantable profesionalidad para averiguar quién ha cometido el extraño doble crimen. Cualidades que, inteligentemente disimuladas bajo una apariencia anodina, el jefe de policía Sir Clinton Driffield posee en extraordinaria medida.
 

04 agosto 2020

Novelas que leo: Enero sangriento de Alan Parks




Glasgow, enero de 1973. Cuando un joven, casi un adolescente, dispara a una chica en mitad de una céntrica calle y después se suicida, el detective McCoy tiene la convicción de que no se trata de un acto de violencia aislado. Mientras lidia con un compañero novato, McCoy utiliza sus contactos para acercarse a la familia más rica de Glasgow, los Dunlop, pues allí le llevan sus pesquisas. En el mundo de los Dunlop, hay drogas, sexo, incesto; cada infame deseo encuentra satisfacción, a expensas de los escalafones más bajos de la sociedad, que incluyen al que fuera el mejor amigo de McCoy en el orfanato, el narcotraficante Stevie Cooper. La juventud de Harry McCoy, su cabezonería, y su temeridad, que le lleva constantemente a cruzar la raya de la legalidad, son las únicas armas con las que cuenta para resolver su primer caso.

30 julio 2020

Copia desmejorada



Lo había visto en multitud de ocasiones. Una copia exacta de él. Quizás un poco más viejo y, quizás, con menos suerte en la vida, porque allí, tirado en una esquina decrépita, rodeado de
cartones y de un carro de supermercado, nadie juraría que aquel hombre podría ser su hermano.
Su madre le había jurado y perjurado que él era hijo único y que nunca tuvo ningún hermano.
Una noche decidió que tenía que averiguarlo. Se armó de valor y fue a su encuentro. Se detuvo frente a él y no sintió nada. Estaba dormido sobre un montón de cartones meados, acurrucado como
si buscara algo que nunca tuvo, abrazado a un cartón de vino barato que goteaba en sus manos.
El sintecho se despertó sintiéndose observado. Se sentó, lo miró durante unos instantes, tiró el cartón de vino rancio a un lado y le dijo con una voz ronca:
—Por fin has llegado.