04 agosto 2020

Novelas que leo: Enero sangriento de Alan Parks




Glasgow, enero de 1973. Cuando un joven, casi un adolescente, dispara a una chica en mitad de una céntrica calle y después se suicida, el detective McCoy tiene la convicción de que no se trata de un acto de violencia aislado. Mientras lidia con un compañero novato, McCoy utiliza sus contactos para acercarse a la familia más rica de Glasgow, los Dunlop, pues allí le llevan sus pesquisas. En el mundo de los Dunlop, hay drogas, sexo, incesto; cada infame deseo encuentra satisfacción, a expensas de los escalafones más bajos de la sociedad, que incluyen al que fuera el mejor amigo de McCoy en el orfanato, el narcotraficante Stevie Cooper. La juventud de Harry McCoy, su cabezonería, y su temeridad, que le lleva constantemente a cruzar la raya de la legalidad, son las únicas armas con las que cuenta para resolver su primer caso.

30 julio 2020

Copia desmejorada



Lo había visto en multitud de ocasiones. Una copia exacta de él. Quizás un poco más viejo y, quizás, con menos suerte en la vida, porque allí, tirado en una esquina decrépita, rodeado de
cartones y de un carro de supermercado, nadie juraría que aquel hombre podría ser su hermano.
Su madre le había jurado y perjurado que él era hijo único y que nunca tuvo ningún hermano.
Una noche decidió que tenía que averiguarlo. Se armó de valor y fue a su encuentro. Se detuvo frente a él y no sintió nada. Estaba dormido sobre un montón de cartones meados, acurrucado como
si buscara algo que nunca tuvo, abrazado a un cartón de vino barato que goteaba en sus manos.
El sintecho se despertó sintiéndose observado. Se sentó, lo miró durante unos instantes, tiró el cartón de vino rancio a un lado y le dijo con una voz ronca:
—Por fin has llegado.

23 julio 2020

Siempre contigo


Ella iba a visitarlo todos los días, siempre al atardecer. Se llevaba una banqueta, un transistor para dejar de escuchar el silencio, las agujas de la calceta y empezar con la enésima manta para el invierno. Allí sentada, le hablaba de lo que había hecho durante el día, de las noticias que corrían por el pueblo y de las novedades que traía la modernidad.
Las gentes del pueblo no le ponían cuenta. El caso perdido de una vieja con demencia senil. Así llevaba más de cincuenta años, hubiera buen tiempo, lloviera o nevara. Siempre fiel a su cita, en el punto kilométrico cincuenta y cinco de la nacional tres, donde antes hubo un caserío abandonado, de un terrateniente de la comarca y un patio con cuatro naranjeros. Allí cavaron una fosa común en la que enterraron a doce jornaleros después de fusilarlos por la sinrazón de una bandera.
Allí estaba su Manuel, enterrado debajo del asfalto, en el punto kilométrico cincuenta y cinco de la nacional tres y allí, también, la enterraron a ella, a su alma y a su corazón aquel otoño del 37.

22 julio 2020

Novelas que leo: Tirar del hilo de Andrea Camilleri

Cuando Vigàta se llena de pateras, Salvo Montalbano se ve completamente desbordado de trabajo. Tras haber sobrevivido a las olas traicioneras, cientos de migrantes llegan hasta la costa en pésimas condiciones, sin medios ni garantías, por lo que ayudar se convierte en un deber para el comisario y sus hombres.

Como si ese apremiante desastre no bastara, Montalbano, acuciado por Livia ante la inminencia de las bodas de plata de unos amigos, se pone en manos de Elena, una bella modista que regenta la sastrería más afamada de Vigàta y con la que traba una complicidad inmediata. Pero cuando Elena aparece brutalmente asesinada, entre algodones libaneses y rollos de tela, el comisario, con la colaboración nada menos que del gato de la víctima, hará todo lo posible para desenmarañar el ovillo de tan horrendo crimen.

16 julio 2020

La esperanza


La esperanza es lo último que se pierde y era cierto que llevaba mucha esperanza en mi mochila, pero al adentrarnos en el mar, cada ola nos quitaba la ilusión. El motor se paró y casi nos quedamos sin salida. Luego se acabó el agua y la comida y solo nos quedaba nuestro instinto de supervivencia. Comencé a beber agua de mar, a sorbitos, porque leí que así no te hacía daño y te salvaría la vida. Mis compañeros de viaje esperaban mi muerte, pero no fue así y le entregué un hilo de fe que nos salvó la vida.