24 diciembre 2018

Nudos


Fuente: Fotografía sacada con una Acer Liquid Z630
Tú lo sabes. Los nudos atan.
Como el primer beso.
Aquel que te recorrió todo el cuerpo,
y se te quedó ahí para siempre,
como un fósil esperando a ser encontrado.
Los nudos se desatan.
Como el primer desprecio,
Aquel que se quedó en el aire,
tan espeso que podrías enmarcarlo.
Los nudos atan.
Como la primera caricia.
La que te hizo cerrar los ojos.
Sin saber dónde estabas.
Solo sentías y te dejaste llevar.
Los nudos se desatan.
Como con la primera frontera.
Aquella invisible que se levantó sin apenas saberlo,
con los silencios, con las mentiras y con las ausencias.
Los nudos atan.
Como el primer te amo.
Que te desarmó. Te dejaste llevar
y te preguntaste si podrías regresar.
Los nudos se desatan.
Como con el primer grito.
Ese que te atravesó el corazón,
ese que sacó la pala
para excavar la tumba.
Los nudos atan y se desatan.

23 diciembre 2018

¿Qué he leído? Y de Yesterday de Sue Grafton


OPINIÓN


Tengo que decir que me gustó, aunque algunos pasajes se me hicieron un poquito largos, como los que relata en la subtrama relacionada con el asesino Ned Lowe, que creo eran innecesarios, pero cada maestro tiene su librillo.
Por otra parte me parecieron interesantes los flashback que realiza la autora para explicar la trama actual, que nos da una idea de cómo eran las relaciones de estos amigos en 1979 y que viene a explicar lo que está ocurriendo en 1989, que el año en el que transcurre la acción principal de la novela, en la que Fritz McCabe recibe un chantaje después de salir del correccional.

FICHA TÉCNICA


Formato: EPUB
Páginas: 576 págs.
Editorial: Tusquets Editores S.A.
Lengua: CASTELLANO
ISBN: 9788490665466

SINOPSIS


Una fiesta de alumnos del instituto de Santa Teresa, en 1979, en una cabaña a las afueras de la ciudad, acaba con la muerte de una alumna después de unas discusiones. Dos alumnos son detenidos por esta muerte y otro huye. Diez años después, en 1989, unos de detenidos, Fritz McCabe, sale en libertad, pero comienza a recibir chantaje por una cinta de contenido sexual que grabaron en aquel año. La familia de Fritz contrata los servicio de Kinsey Millhone para que descubra quién está detrás del chantaje.
Fuente de las imágenes: Planeta de libros 

22 diciembre 2018

El efecto mariposa de una hebilla


Fuente
Llegué a la estación cuarenta y tres minutos antes de la hora de la salida del tren. Tiempo suficiente para tomarme un buen desayuno que después haría su efecto somnífero y podría dormir las dos horas y media de viaje que duraba el trayecto Barcelona-Madrid. Al acabar mi desayuno me dirigí a pasar el control de pasajeros y lo pasé sin ningún problema.
Me entretuve leyendo el último libro de Peter Svansen, «La cubierta» hasta que comencé a notar un revuelo a mi alrededor y ese revuelo se transformó en un aviso por megafonía que teníamos que abandonar la estación lo más rápido posible.
El pánico se apoderó de los pasajeros porque se propagó el rumor de que había una bomba en algún lugar de la estación. Todo el mundo comenzó a correr como si les quedara dos segundos de vida y como dicen, el miedo es libre y tanto que es libre, porque algunos corrieron despavoridos empujando para salir lo antes posible del infierno potencial. Yo abandoné la estación sin prisa, pero sin pausa.
Estuve fuera de la estación más de una hora sin saber qué había pasado, con la única información de que la evacuación había sido por un aviso de bomba. Con más calma y a través de los periódicos digitales nos enteremos de cuál había sido la razón y no había sido otra que una hebilla de cinturón con forma de granada que había pasado los controles pertinentes. Tuve tiempo entrar en la aplicación de Cabify para suspender el servicio contratado y a la espera de saber a qué hora retomaría mi viaje a Madrid.
Cuando supe la hora de salida de mi tren, volví a entrar en la aplicación de Cabify y contraté el un servicio. Pasadas cuatro horas y cuarto pude coger el tren rápido hasta Madrid.
Al llegar a la capital madrileña el coche de Cabify me esperaba fuera de la estación que me llevaría a mi destino. Durante el trayecto le pregunté por qué tenía un lazo negro en la antena del vehículo y el conductor me respondió porque un compañero había tenido un accidente mortal por la mañana cuando regresaba de la estación de Atocha. Un camión se había saltado un stop y lo arroyó. No sé muy bien porqué le pregunté si sabía la licencia del conductor que había fallecido. Me dijo que sí y me la dio. Abrí la aplicación y era el conductor que tenía que recogerme a mí si hubiera llegado en hora a Madrid.
No le comenté nada al conductor. Realicé el recorrido pensando en las casualidades de la vida, como que un simple objeto: una hebilla con forma de granada pueda cambiar tantas cosas, porque si el guardia de seguridad la hubiera detectado, yo hubiera cogido el tren rápido sin ningún problema, habría llegado a Madrid a la hora prevista y el conductor de Cabify no habría muerto arrollado por el camión porque todo habría cambiado.

21 diciembre 2018

Belén de Arena de Las Canteras 2019


Como cada año por estas fechas, se inaugura el Belén de Arena de la playa de Las Canteras, que le dan forma las 2.000 toneladas de arena amarilla de esta maravillosa playa capitalina, seguramente una de las mejores playas urbanas del mundo.

En esta edición, la decimotercera, han participado ocho artistas de seis países diferentes. De Letonia viene Sanita Ravina, que participa por primera vez, junto con Kevin Crawford, un estadounidense que vive en Australia. De Canadá, participan Karen Fralich, que repite y Guy-Olivier Deveau. Enguerrand David, belga para más señas, es su segunda participación. El francés Benoît Dutherage también repite con sus increíbles esculturas. No podían faltar los rusos Aleksei Rynak y Alexey Shchitov que han repetido en todas las ediciones de este prestigioso belén con sus espectaculares esculturas.


Si nos damos un paseo por el belén, que se inauguró el pasado fin de semana y que este año está dedicado a la infancia y a los derechos de los niños, nos percatamos de la calidad de los escultores que participan en la realización de este belén de arena porque cada pieza que lo compone es una maravilla.


Sin lugar a ninguna duda, uno de los mejores belenes que se pueden visitar en estas fechas, del que disfrutan los vecinos de la isla de Gran Canaria y todos los turistas que nos visitan.


Fuente de las imágenes: Fotografía sacada con un teléfono móvil Acer Liquid Z630

20 diciembre 2018

Disconforme

No soy pintor, eso quiero dejarlo claro; respeto mucho el arte de la pintura, pero últimamente me relaja mucho pintar y para ello utilizo el Paint, la tan famosa aplicación de Windows, que me permite desarrollar alguna idea que tengo en la cabeza. Como es el caso que nos ocupa, en la que quería reflejar lo cuadriculados que somos y que necesitamos la disconformidad, la distorsión para seguir viviendo porque, de otra forma, nos ahogaríamos entre tanta rectitud.
La idea la comencé lanzando líneas rectas que luego iba convirtiendo en figuras geométricas, las que me permitía el programa, hasta completar completamente el cuadro y, al final, pintar el centro con la paleta sin tener un concepto predefinido, solo la discrepancia con las líneas rectas.
Elegí el centro para pintar las líneas discrepantes porque así nos sentimos muchos en esta sociedad, rodeados de líneas a seguir, leyes, normas y reglas, sin poder hacer otra cosa que cultivar la disconformidad.
Fuente de las imágenes: Propia

19 diciembre 2018

Habitación 3008


Marta llegó a la hora convenida al hotel. Se registró y subió a la habitación que le habían asignado. Abrió la puerta y entró. La 3008. La habitación era de las comunes de un hotel de cuatro estrellas. Ni más ni menos. Lo justo y necesario; una cama de matrimonio, dos mesillas de noche con sus correspondientes lámparas, un espejo de cuerpo entero que estaba a un lado de la cama, dos sillones y una mesa redonda, un minibar completo por si querías echarte un trago y un baño limpio y reluciente.
Una vez dentro, se quitó la torera de cuero color rojo y la puso encima de la cama. Se miró en el espejo, se recolocó el traje negro de asillas color azabache que le pasaba unos centímetros de las rodillas y se quitó los tacones a juego. Abrió su bolso rojo, sacó una pitillera, la abrió, cogió un cigarro y se lo puso en la boca. Le dio dos caladas e hizo como si estuviera fumando. Se volvió a mirar en el espejo mientras hacía que fumaba. Luego le sonó el teléfono. Lo cogió, puso el pitillo en la mesilla de noche y contestó:
—Hola, Patrick. ¿Cuándo viene el cliente?
—Todavía no lo sé, pero seguro que está al caer. Me lo confirmó e incluso me pagó.
—¿Lo convenido?
—Sí, claro, ni un céntimo menos, aunque deberías rebajar el precio.
—Ni lo sueñes. Tengo que llegar a final de mes y pagar las putas facturas. Si quieres baja tu porcentaje y así bajamos el precio, pero sé que no lo harás. Además, el trabajo que hago no lo hace cualquiera.
—Eso lo sé, pero no todo el mundo puede pagar tus tarifas.
—Ni todo el mundo hace mi trabajo.
—Ya lo sé, pero…
—No hay pero que valga, Patrick. Esto no admite discusión. Si quieres rebajas date una vuelta por el centro comercial del puerto. Yo no las hago. Necesito el dinero.
—Por cierto, deberías abrirte una cuenta en un paraíso fiscal, no sé, en Panamá o Barbados. Así podría hacerte los pagos mediante transferencia.
—No, amigo, los pagos en efectivo. Las transferencias bancarias me las hace el ayuntamiento los días veintiséis de cada mes y hacienda está más que contenta.
Patrick hizo una pausa y después dijo:
—El hotel está pagado hasta mañana a las doce. Si quieres te puedes quedar a dormir.
—Ya me encantaría, pero soy una mujer casada, Patrick, y a mi marido no le gusta que me quede a dormir por fuera. Es muy celoso. No sabes los malabares que tengo que hacer para atender a los clientes.
—¿Tu marido no lo sabe? —le preguntó con asombro.
—No, pero tampoco hace muchas preguntas porque no necesita muchas respuestas. Ya sabes cómo son los matrimonios.
—Sí, lo sé; tengo tres divorcios sobre mis viejas espaldas. Espera, Marta, que tengo otra llamada.
Marta se quedó a la espera. Cogió el cigarro que dejó encima de la mesilla y le dio dos caladas.
—¿Marta?
—Sigo aquí.
—Prepárate. El cliente ya está en el hotel. ¿Qué habitación era?
—La 3008.
—Vale, perfecto. Llámame cuando termines para quedar y pagarte el servicio.
—Oka. Hasta después.
Marta cortó la llamada y dejó el teléfono encima de la mesilla de noche, al lado del pitillo. Cogió el bolso, sacó una bolsa de maquillaje, la abrió y cogió un carmín y un lápiz de ojos. Se miró en el espejo y se retocó los labios y después los ojos. Sonrió.
Al poco se escucharon dos toques en la puerta. Marta se acercó y la abrió. Delante de ella apareció un hombre de mediana edad, vestido con un vaquero, una camisa blanca y una chaqueta azul deportiva.
—Buenas noches. Puede pasar.
—Gracias.
Marta cerró la puerta.
—¿Es su primera vez?
—Sí. ¿Se nota mucho que estoy nervioso?
—Sí, un poco, pero no se preocupe. La primera vez es normal. A todos nos pasa. Póngase cómodo. Puede dejar la chaqueta encima de la cama. Nos vamos a sentar en aquellos sillones. También es importante que apague su teléfono móvil.
El hombre sacó su teléfono de uno de los bolsillos traseros de sus pantalones y lo apagó. Se quitó la chaqueta y la puso sobre la cama.
—Siéntese ahí.
Marta rodó la mesa redonda y se sentó frente al hombre.
—¿Hace mucho que hace esto?
—Desde que tengo uso de razón, pero profesionalmente desde hace dos años.
—¿Desde tan pequeña?
—Sí, a los seis años tuve mi primera conversación con los muertos.
Marta hizo una pausa y dijo:
—Necesito que me de las manos y también que me diga con quién quiere hablar.
El hombre puso las manos boca arriba y las llevó hacia la mujer.
—Quiero hablar con mi mujer.
—Me imagino que sabrá lo que va a pasar ahora. ¿Le informaron sobre ese aspecto?
—Sí, que mi mujer hablará a través de usted como si ella estuviera aquí.
—No siempre logro contactar. Incluso puede pasar que contacte con otra persona que quiera hablar con usted. ¿Está preparado?
—Sí, lo estoy.
Marta cogió de las manos al hombre, cerró los ojos y se puso erguida.
—Hola, Ricardo.
La voz de Marta se transformó ligeramente, un poco más aguda y pausada.
—Hola, Yvette.
—No soy Yvette.
—¿Quién eres?
—Soy Danielle.
El hombre dio un salto, se puso en pie e intentó soltar las manos de la médium en varias ocasiones, pero no pudo. Se quedó en pie y la médium sentada.
—¿No te acuerdas de mí, Ricardo? Ha pasado muchísimo tiempo.
El hombre intentó zafarse de las manos, pero no pudo.
—Sí me acuerdo.
—¿No quieres hablar conmigo?
—No, no quiero. Quiero hablar con mi mujer.
—Tu mujer no quiere hablar contigo. Este es mi turno
—No tengo nada que hablar contigo.
—¿Por qué? ¿De qué tienes miedo?
—No tengo miedo. Es que me traes malos recuerdos.
—Tranquilízate y vuelve a sentarte, Ricardo.
El hombre se sentó.
—Lo que me hiciste estuvo muy mal. No está bien despeñar a tu amante. Con haberme dejado hubiera sido más que suficiente.
El hombre se levantó e intentó soltarse las manos de la médium.
—No te despeñé. Salí a sacar una fotografía y el coche se quedó sin el freno de mano. Debí ponerlo mal.
—No, Ricardo, no pusiste el freno de mano. Además, te vi cómo empujabas el coche. Cuando quise reaccionar ya era demasiado tarde.
—¡Eso no es verdad! ¡Yo no empuje el coche! —le dijo gritando.
El hombre intentaba zafarse del agarre de las manos, dio un tirón y la médium cayó al suelo. El hombre se quedó de pie y la mujer tumbada en el suelo.
—Sí lo empujaste. Así me quitabas de en medio. No querías que tu mujer se enterase que te estabas acostando conmigo.
—¡No, maldita seas! ¡Yo no te maté! ¡Fue un terrible accidente! —le dijo gritando e intentando soltarse.
Después de unos cuantos tirones, el hombre logró soltarse las manos y la médium siguió tumbada en el suelo hasta que se levantó y preguntó:
—¿De qué tienes miedo, Ricardo?
—¿Quién eres?
—Soy Danielle, pero no tengas miedo. —le dijo la mujer acercándose a Ricardo.
Él comenzó a retroceder hasta que no pudo más porque se encontró con la pared.
—Ya no puedes huir a no ser que puedas atravesar las paredes.
—¿Qué quieres de mí, Danielle? ¡Déjame en paz!
Danielle dio tres pasos y se colocó a poca distancia de Ricardo. Levantó los brazos y lo agarró por el cuello y comenzó a asfixiarlo.
—Quiero la vida que me quitaste, pero como eso no puede ser, me cobraré la tuya.
Roberto comenzó a golpearla en la cara, a darle patadas por todos lados, pero Danielle no soltaba su cuello. Entonces Roberto le metió sus dos pulgares en los ojos, pero ella reaccionó al instante y le soltó un cabezazo que lo dejó casi sin sentido.
La mujer siguió apretando hasta que, a Roberto, no le quedó ni un hálito de vida, entonces, soltó a su presa y la mujer cayó desplomada al suelo.
La médium comenzó a recobrar el sentido. Al volver de nuevo a la realidad no sabía muy bien dónde se encontraba ni qué había ocurrido. Vio a su cliente en el suelo, con un azul violeta que no presagiaba nada bueno. Se agachó, le tomó el pulso y no lo encontró. Llamó al 112, les contó qué había ocurrido y le dijeron que estarían ahí en seguida. Ella se quedó siguiendo las instrucciones del médico que estaba al otro lado de la línea, que le indicó cómo debía hacer la respiración artificial y el masaje cardíaco.
Al poco llegaron los sanitarios. La apartaron. Marta se sentó en la cama esperando que se produjese un milagro y que los de urgencias lograran reanimar a su cliente. Sin embargo, nada pudieron hacer. Se levantaron y lo taparon con una sábana blanca.
Marta se quedó en silencio pensando en cómo iba a explicar qué había ocurrido en la habitación 3008 aquella noche. Sabía que nadie la creería y que pasaría el resto de su vida detrás de unos barrotes.
Fuente de las imágenes: Pixabay 

18 diciembre 2018

¿Qué he leído? Una temporada salvaje de Joe R. Lansdale


OPINIÓN


Hacía mucho tiempo que no me encontraba con una novela negra tan interesante como Una temporada salvaje de Joe. R. Lansdale.
Con una trama sencilla, directa y sin subtramas, pero llena de argumentos y un ritmo que nos invita a leerla con atención. Lo importante es que el autor tiene muy claro hacia donde nos quiere llevar y lo hace con maestría.
Lo más que me gustó fue su estructura narrativa, contada en primera persona por su protagonista, Hap Collins, que nos permite vivir las peripecias de Hap de primera mano, como si estuviéramos junto a él, con diálogos directos, naturales y llenos de humor negro.
Una temporada salvaje es una novela para leerla en un fin de semana; sus doscientas páginas nos estimulan a ello, pero que su pequeño tamaño no te engañe, porque tiene su miga.

FICHA TÉCNICA


Formato: EPUB
Páginas: 200 págs.
Traducción: Traducido por: Miguel Ros
Editorial: Siruela. (2018) Colección: Nuevos Tiempos 406
Lengua: CASTELLANO
ISBN: 978-84-17308-77-3

SINOPSIS


Hap Collins y su amigo Leonard Pine son dos buenos amigos. Hap es un exconvicto porque se negó a ir la guerra de Vietnam y su amigo Leonard, el personaje más cáustico y sarcástico, es un veterano de Vietnam. A Hap y Leonard les va más o menos bien en la vida, con sus altibajos, pero su amistad puede con todo, hasta que aparece una antigua novia de Hap, Trudy, y ahí comienzan los problemas.
Trudy regresa con un plan bajo brazo; recuperar unos miles de dólares escondidos cerca del río Sabine, pero el asunto se complica.
Fuente de las imágenes: Editorial Siruela