31 enero 2011
29 enero 2011
La jubilación, con un pie en la tumba.
Esta claro que al paso que vamos, nos jubilaremos con un pie en la tumba, o casi. ¿Quién nos asegura que dentro de 15 años no volverán a modificar la Ley de Pensiones y nos meterán algunos añitos más? Al final, nos dirán que el sistema no aguanta y que vayamos pensando en el estado solo nos puede financiar la mitad de los años cotizados, sino al tiempo.
El País, 29/01/2011
¿Qué he leído?
Por fin terminé este libro de Punset, del que tengo que decir que me ha gustado a ratos y a ratos lo he ido leyendo. Algunos aspectos son muy interesantes, pero otros podríamos pasar sin leerlos, que no pasaría nada. Pero como en botica, hay de todo, si te apetece leértelo, pues léelo, quizás tu encuentres más cosas interesantes de las que yo encontré.
26 enero 2011
25 enero 2011
24 enero 2011
Pasillo Blanco
La espera, siempre la espera, sin saber muy bien a qué espero, porque esto de esperar me mata. Me mata tanto que puedo matar por esperar, en sentido figurado, claro, soy incapaz de matar a una mosca. Me pregunto por qué me molesta tanto esperar. Quizás sea porque soy una puntual empedernida. Pendiente del reloj, el de muñeca, el del móvil, el de mi coche, el de la calle, estar a la hora fijada; si es a las tres, es a las tres, ¡coño! no a las tres y diez. No, no lo entiendo. Si yo soy puntual, todos tienen que serlo o mejor dicho —no quiero parecer una mujer intransigente—, pueden serlo. Pero los impuntuales siempre tienen una excusa, que si esto, que si aquello, que si lo de más allá; al final, llegan tarde y tú a joderte. ¿Qué puedes hacer?, ¿irte? Eso sería lo más justo, irte, y que se joda el impuntual. Y yo, una hora antes preparándome, como una jodida tonta, ante el espejo. Porque aparte de ser puntual, me gusta salir arregladita, con los labios bien pintados, una correcta sombra de ojos, el preciso colorete, un toque sutil de perfume, la ropita a juego, en fin, coqueta. ¿Pero los impuntuales no pueden dejar de serlo? Yo creo que no, serán como yo, que no puedo hacer esperar a nadie y que siempre acabo esperando, aunque me mate, porque me puede la puta tía correcta que llevo dentro. Aunque para esas ocasiones tengo remedio, leo, leo, leo y la espera es menos espera, porque leyendo se diluye el tiempo, ¿a ti no te pasa? A mí sí. Y aquí estoy sentada esperando a que alguien me llame para no sé qué, diluyendo la espera de la única manera que sé.
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