04 marzo 2010

Ya salí de la nevera....

¿Qué estoy leyendo? La tesis de Nancy; Ramón J Sender. Hasta donde he leído me está gustando. Una forma de escribir clara y directa, como a mí me gusta.

 

Ganar, ganar

Fuente: Pixabay


Sentada delante de su portátil, chateaba a través del Wasap, con sus amigas y amigos, que como ella, no pasaban de los quince años. Su padre entró en su habitación y le dijo:

  ¡Dunia! Ya es hora que vayas apagando el ordenador y te pongas hacer el trabajo que tienes que presentar la semana que viene.
  ¡Papá! Tú con el mismo rollo de siempre. Ya lo haré mañana.
  ¿Mañana? No tienes otra palabra en la boca que mañana. Mañana esto, mañana lo otro. Y mañana, pues más mañana. Y la vida se te va entre el Messenger y mañana.
  Vale, vale, ahora lo cierro y me pongo con el trabajo.

El padre cerró la puerta y se dirigió hacia la cocina, en la que estaba su mujer preparando la cena.
  ¿Quieres que te eche una mano? —Le preguntó.
  No, no, que cocinar me relaja mucho. Luego me fregas los cacharros, que sabes que no me gusta nada y a ti te encanta.
  De acuerdo. Por cierto, Dunia está todo el santo día pegada al ordenador. Es un tema que me está preocupando.
  Sí, ya me he dado cuenta, pero son cosas de la edad, peor sería que estuviera por ahí fumando porros.
  Marta ¿tú sabes lo que hace tu hija cuándo sale por esa puerta? Yo supongo que es una chica normalita y corriente.
  No saques las cosas de quicio, que es una buena chica.

A finales de junio, Dunia llegó con las notas de tercero de la ESO, y estas no eran todo lo buenas que sus padres esperaban. Ella se esperaba la gran bronca.
Comió lo que su madre le había dejado preparado en la nevera y después estuvo toda la tarde conectada hasta que llegaron sus padres.

Se levantó con tranquilidad, con las notas en las manos y les dijo:
  No tengo buenas noticias. He cateado todas las asignaturas y he decido no seguir estudiando. Estoy harta de todo este rollo de los estudios.
  ¿Qué has decidido qué? —Le gritó su padre— ¿Pero quién eres tú para tomar ese tipo de decisiones? Te recuerdo que vives bajo nuestro techo y mientras eso sea así las decisiones las tomamos nosotros, no tú, mojigata.
  Bueno, bueno, tranquilicémonos. —intervino su madre para intentar calmar un poco las aguas— ¿Por qué quieres dejar de estudiar?
  Porque no me gusta, mamá. Es un rollo. Todo el santo día yendo al insti, aguantando el coñazo de los profes.
  ¿Y qué piensas hacer? Porque, me imagino que tendrás una alternativa, no sé, hacer algún módulo de FP, o algo de eso, digo yo. —Le dijo el padre.
  ¡Papá! No quiero seguir estudiando. No lo entiendes, ni ESO ni FP. Nada, de nada.

Su padre se levantó visiblemente enfadado y le gritó:
  ¿Y qué coño quieres hacer con solo dieciséis años? ¿Dedicarte a holgazanear sentada delante de la pantalla del ordenador, con el maldito Messenger?
  Marcelo —volvió a intervenir su madre— vamos a tranquilizarnos ¿vale? Esto es cuestión de hablarlo con tranquilidad y tiempo. Buscaremos una solución.
  ¿Qué me tranquilice? ¿Pero qué se cree esta niña, que la vida es un mundo de rosas? Ahí fuera la vida es dura, muy dura y hay que bregar día a día.
  Dunia, vete para tu habitación, tu padre y yo tenemos que hablar.
  Es que con ustedes no se puede hablar. —Manifestó la adolescente.
  A tu habitación. —Insistió su madre.
Cuando Dunia se marchó, Marta le dijo a su marido que bajaran al garaje para hablar con calma. Bajaron las escaleras y una vez allí, Marta le dijo:

  Marcelo, tienes que tranquilizarte. No te puedes poner así. Está en una edad difícil, y hay que comprenderla.
  ¿Qué me tranquilice? Yo quiero un futuro para mi hija, no quiero que se convierta en un parásito social. Eso lo tengo claro. Los dos nos hemos dejado la piel para conseguir lo que tenemos, nos hemos partido el puto lomo, para pagar la jodida hipoteca y tener un presente y un futuro dignos.
  Déjame que hable con ella. Seguro que la convenzo para que reflexione y que por lo menos, si no quiere estudiar, que haga algún módulo superior de FP. Está en la edad de la bobería. ¿Tú no te acuerdas cuando tenías su edad?
  Claro que me acuerdo. Pero te lo digo ya, para evitar problemas. Si no se aviene a razones y sigue en sus trece, no le voy a dar un euro para nada, le quito Internet y si quiere ir a ver a sus amigas, que vaya en bicicleta, para que sepa lo que vale un peine, y sus trapitos que los vaya a buscar a Cáritas.
  No seas tan drástico. Hemos educado bien a nuestra hija. Hemos sido buenos padres y un ejemplo para ella.
  ¡Joder Marta! Los dos hemos sacado una carrera universitaria, tenemos un buen trabajo y quiero que mi hija siga nuestro camino. Solo eso, porque esto me saca de mis casillas.
  Venga, tranquilízate, subamos a cenar que mañana hablaré yo con ella. Pero no olvides que no podemos vivir su vida, es ella la que elige su camino y también sus consecuencias.

A la mañana siguiente, su madre llamó al gabinete de Psicología donde trabajaba para decir que anulasen las dos primeras citas que tenía, despertó a su hija y después de desayunar, comenzaron a hablar sobre el tema.

  Bueno, Dunia, entonces estás decidida a dejar de estudiar. Las razones las conozco, pero algo tendrás que hacer. Si tuvieras edad suficiente, podrías trabajar, pero no la tienes. Así que hay que buscar una solución que satisfaga al equipo.
  ¿Al equipo? ¿A qué equipo?
  A nuestro equipo. Tú, tu padre y yo. Somos un equipo, todos tenemos que jugar para ganar el partido, y tú eres una jugadora muy importante, si te sales, no lo podremos ganar jamás. ¿Entiendes?
  Sí lo entiendo mamá, pero estoy cansada de estudiar. Quiero cambiar. Además papá se pone hecho una fiera.
  Tienes que entenderlo. Hemos trabajado muy duro para tener lo que tenemos y no comprende que quieras dejar al equipo, porque para él eres la jugadora más importante, más que yo…
  ¿Más que tú?
  Si, no lo dudes nunca, nosotros llevamos muchos años jugando juntos, y hemos hecho muy buenos partidos, y los malos, pues los hemos sufrido juntos. Pero ahora eso no importa. Bueno, te propongo una cosa. ¿Qué es lo que más te gustaría estudiar?
  Pues, no sé, educación física, informática…
  Dime la que más te guste.
  Informática, pero no lo tengo muy claro.
  Escucha, tienes todo el verano para pensar. Nosotros te daremos ese tiempo para que elijas que hacer. Pero ten en cuenta que tienes que hacer algo, para permanecer en el equipo porque fuera del equipo no se pasa muy bien.
  Por cierto ¿Quién es el capitán del equipo?
  Es una capitanía compartida, según es el partido, elegimos el capitán. Por ejemplo, ahora yo soy la capitana.
  Vale, vale.

Marta le explicó a su marido al pacto al que habían llegado, estuvo de acuerdo en todos sus términos y esperó los acontecimientos.
El verano pasó y al comienzo de septiembre, Marta fue a la habitación de su hija y le preguntó:

  ¿Qué has decidido?
  Pues he estado pensando y quiero hacer el modulo superior de informática. Son más de dos mil horas, y según dicen en los foros, tiene mucha salida.
  Perfecto. Yo me he adelantado un poco, y tengo los impresos para que los rellenes y los presentes. El plazo acaba el día quince, pero si quieres te puedo llevar.
  Vale, vale. ¿Entonces sigo siendo del equipo?
  Tú siempre serás del equipo, aunque estés en el banquillo.
  Jajajajaja.
Al llegar a su trabajo, Marta llamó a su marido, le dijo que todo estaba arreglado, y que seguían jugando el partido.

También en:
https://steemit.com/spanish/@moises-moran/ganar-ganar

22 febrero 2010

Punto muerto


Desde hoy, este blog, quedará detenido en el tiempo, se congelará el negro sobre blanco pero seguirá viva la prosa que en el queda, para aquellos que todavía no han disfrutado de esta, mi especial, compañía.
Yo seguiré buscando mi camino, ese, que me parece tan desconocido y tan lejano, y quizás algún día vuelva, quién sabe las vueltas que da el mundo.

Hasta siempre amigos.

21 febrero 2010

Seguir la vía

 

Paré el Land Rover en una cuneta, me detuve a observar. Llovía a cántaros. Cogí mi cámara fotográfica, hice el encuadre, saqué la primera fotografía, y seguí disparando. Mientras, aquellos hombres seguían caminando sobre aquella estrecha vía de tren, descalzos y protegiéndose de la lluvia con unos magníficos paraguas negros, impecables, como si la vida fuese, simplemente, seguir la vía como si supiesen que les llevaría hacia algún lugar más seguro. 
Me subí al Land Rover para protegerme del aguacero que estaba cayendo. Entre los cristales empapados, vi como se perdían tras el manto de agua, con una tranquilidad que aún hoy, al contemplar la fotografía, me sorprende, como si solo les preocupara seguir el camino. Nunca supe hacia donde.

19 febrero 2010

18 febrero 2010

Un momento de lucidez


Sentado frente al mar, buscó las últimas palabras que le quedaban por escribir, esas que mil veces había repetido en los momentos en que regresaba del desierto del olvido. Sacó su pequeño bloc de notas de cuadros desgastados por el tiempo, donde escribía los momentos en que la luz de la conciencia volvía. Cogió el pequeño lápiz, aquel de tres colores que casi ni podía coger, de tanto que lo había afilado y escribió: 

«Aquí estoy ante ti, en el momento en que la cordura me da un respiro, antes de que vuelva a oscurecer hasta no sé cuando y ya no recuerde mi nombre, ni sepa quien soy cuando me mire al espejo. Ahora quiero decirte que te quise, que te quiero y que te querré allá donde me encuentre. Sé que me comprenderás».

Se levantó, dejando a un lado el pequeño bloc y el lápiz. Buscó el cutter oxidado, se colocó el viejo cinturón de plomo de cuando hacía submarinismo y se fue metiendo despacio en el agua. Sintió como el frío de las aguas del Atlántico le acariciaban su cuerpo. Cuando ya le cubrían hasta el pecho, buscó sus muñecas e hizo una pequeña incisión en la izquierda, de apenas dos centímetros. Después, otro corte en la otra. La sangre empezó a teñir el azul del agua, como una nebulosa carmesí que lo llenó todo, hasta que a su alrededor, al azul se volvió de un rojo intenso. Siguió caminando hasta que el mar lo cubrió por completo. Abrió los ojos y tuvo conciencia de lo estaba haciendo, sonrió y al momento perdió el conocimiento. El agua, con su propia sangre, le anegó los pulmones y perdió la conciencia para siempre.

También en :
https://steemit.com/spanish/@moises-moran/un-momento-de-lucidez