30 mayo 2025

El odio está entre nosotros



Cada día lo veo más claro: el odio ha dejado de esconderse. Ya no susurra, grita. Ya no se avergüenza, se exhibe. La xenofobia, que durante años se disfrazó de preocupación o de “opinión respetable”, hoy camina impune por nuestras calles, se sienta en los platós de televisión, manda desde despachos públicos y se reproduce sin freno en las redes sociales.

Y parece que hasta se ha puesto de moda ser así. Ser malo. Ser insensible. Ser fascista. No mostrar compasión, despreciar al débil, burlarse del que sufre. Es como si la empatía hubiera pasado de moda y ahora lo valiente fuera escupir odio con total impunidad. Lo más paradójico es que muchos de los que lo hacen se dicen cristianos. Repiten palabras como "Dios", "familia", "valores", mientras le dan la espalda a todo lo que el cristianismo predica: la compasión, la hospitalidad, la ayuda al prójimo, el amor al que sufre. ¿En qué momento ser cruel se volvió una virtud?

Cuando los referentes que se elevan son figuras como Trump, Le Pen, Orbán, Musk, Abascal… no debería sorprendernos el resultado. Lo que crece es la mala hierba del fascismo. La de siempre. La que empieza señalando al extranjero y termina por arrancarnos la humanidad a todos. Lo vemos en los comentarios de noticias, en redes sociales, en bares y tertulias. Ya no se discute cómo ayudar, sino cómo deshacerse del que molesta. Del que no es "de aquí". Del que vino buscando refugio y se convirtió en diana del odio.

Y no, no es una exageración. Así empezó Hitler. Señalando al diferente, convirtiendo al otro en enemigo. Y todos sabemos cómo acabó aquello. Solo que ahora, el desprecio al migrante, al pobre, al distinto, se nos presenta en forma de memes virales, discursos populistas y leyes insensibles. Y la historia parece repetirse, pero esta vez con emojis y trending topics.

Yo no quiero un mundo así. No quiero una sociedad en la que ser compasivo sea motivo de burla. No quiero vivir entre gente que celebra la muerte de niños en una playa o que llama “invasores” a los que huyen de la miseria. Este mundo es de todos, y lo es para ayudarnos. Para tender la mano, no para cerrarla en un puño.

Por eso hay que dar un paso al frente. Poner el pie firme. Frenar esta deriva en la medida en que podamos. En la calle, en el trabajo, en las redes, donde sea. Porque quedarse callado es colaborar. Porque cada gesto cuenta. Porque si no lo hacemos, lo perderemos todo.

Yo no me resigno. No quiero formar parte de una sociedad que ha olvidado lo que significa ser humano. Aún estamos a tiempo. Pero hay que hablar, actuar, resistir.

Porque si no nos ayudamos los unos a los otros, si no defendemos lo más básico —la vida, la dignidad, la compasión—, este mundo dejará de tener sentido. Y será un mundo en el que yo, sinceramente, ya no quiero vivir.

29 mayo 2025

La playa de Las Canteras necesita más atención

Atardecer en Las Canteras

Voy casi todos los días a la playa de Las Canteras. Camino, me baño, observo… y cada vez me preocupa más el deterioro progresivo que estoy notando. No es una exageración. Hablo desde el afecto y el compromiso que tengo con este espacio único. Las Canteras no es solo una playa urbana, es el corazón de nuestra ciudad, un pulmón natural y un punto de encuentro para vecinos y visitantes. Y, sinceramente, no se está cuidando como merece.

Antes, todas las mañanas veíamos pasar la máquina con el gran rastrillo, ese tractor que dejaba la arena limpia y aireada, eliminando colillas, plásticos, palillos y otros residuos que mucha gente, por desgracia, sigue dejando. Pero desde hace un tiempo, esa máquina ha desaparecido. Hoy mismo hablé con un operario de limpieza que me confirmó lo que ya intuía: la máquina no pasa todos los días. Depende, me dijo, de la voluntad de la empresa o de la Concejalía de Ciudad de Mar. ¿Cómo puede ser que algo tan básico como la limpieza de la playa no esté garantizado cada día?

Y esto no es lo único preocupante. Las terrazas ocupan cada vez más espacio público. Algunas se han adueñado del paseo de forma descarada. A veces cuesta caminar con tranquilidad, sobre todo si vas con un carrito o necesitas una silla de ruedas. No estoy en contra del comercio ni de la hostelería, pero sí pido equilibrio. Lo público debe seguir siendo público. Además, las servilletas de papel que utilizan muchas de estas terrazas terminan volando hacia la arena con el viento, convirtiéndose en basura que contamina nuestro entorno . Sería beneficioso que se implementaran medidas como la instalación de papeleras en las mesas, tal como se ha propuesto en otras ciudades .

Otro tema que me inquieta es la seguridad. Aunque no he presenciado peleas ni grandes altercados, echo en falta presencia policial. Apenas se ven agentes y, cuando los hay, su presencia es testimonial. Una playa como Las Canteras, que recibe a miles de personas al día, necesita un control mínimo y visible para disuadir conductas incívicas y dar tranquilidad a quienes paseamos o nos bañamos.

Y luego está lo del tabaco. Está prohibido fumar en la playa. Se puso en marcha una campaña seria, con carteles, locuciones por megafonía y mensajes claros. Hoy, ni carteles, ni locuciones, ni control. La gente fuma con total impunidad, tirando la colilla a la arena como si nada. Las colillas no solo afean la playa, también contaminan. Una sola colilla puede llegar a contaminar hasta 500 litros de agua. Además, contienen sustancias tóxicas como arsénico, plomo y nicotina que dañan la fauna marina y el ecosistema costero. ¿De qué sirve tener normas si nadie las recuerda ni las hace cumplir?

Por último, el tema de las algas. Es cierto que son parte del ecosistema marino y no se trata de eliminarlas indiscriminadamente, pero cuando se acumulan durante días sin que se recojan, producen mal olor y dan un aspecto de abandono. No es difícil mantener un equilibrio: respetar el medioambiente y, a la vez, conservar la playa en condiciones óptimas. Recientemente, una marea de sebas ha invadido la playa, afectando especialmente a zonas como Peña La Vieja y La Puntilla . Aunque estas algas cumplen funciones ecológicas importantes, su acumulación excesiva puede producir malos olores y atraer insectos.

Y algo que no se comenta lo suficiente: el fondo marino. Hay zonas, especialmente en la parte de La Puntilla, donde se ha acumulado basura durante años. Hay restos de boyas, rejas, cabos, plásticos y objetos diversos que se ven claramente cuando el agua está clara. En el próximo concurso público de limpieza, se debería incluir la limpieza del fondo marino como parte del servicio. No podemos seguir ignorando esa parte esencial de la playa. De hecho, algunos ciudadanos ya se han organizado para realizar limpiezas periódicas del fondo marino, evidenciando la necesidad de una acción más estructurada y constante .

Yo no escribo esto por quejarme sin más. Lo escribo porque quiero una playa mejor. Porque Las Canteras es de todos y merece que la cuidemos. Al Ayuntamiento le toca actuar. A nosotros, exigirlo.

28 mayo 2025

No quiero mirar hacia otro lado


Estoy harto de mirar hacia otro lado.

Harto de las excusas, del silencio cómplice, de los titulares asépticos que esconden la masacre tras palabras frías.

Hablo de Gaza. Hablo de Palestina. Hablo de un pueblo que está siendo exterminado, masacrado a manos del Estado de Israel con total impunidad. Y mientras tanto, el mundo calla.

Ya van más de 35.000 personas asesinadas desde que comenzó esta ofensiva desmedida. Más de 14.000 eran niños y niñas. Lo escribo y me cuesta creerlo. Catorce mil vidas infantiles, truncadas, aplastadas bajo escombros, quemadas por bombas, desaparecidas sin ni siquiera una tumba. ¿Qué clase de humanidad permite esto?

Lo que está ocurriendo en Palestina tiene un nombre: genocidio.

Y lo más terrible es que no es un error, no es un exceso, es un plan. Un patrón. Me cuesta no recordar lo que hicieron los nazis en Alemania. Lo digo con todo el peso de la historia. La estrategia de exterminio, de segregación, de destrucción sistemática, se está repitiendo. A otra escala, sí. Pero con la misma lógica del odio.

Y en el centro de esta barbarie está Benjamin Netanyahu, acusado formalmente como criminal de guerra por la Corte Penal Internacional. Lo puedes comprobar. Y no es para menos: está empeñado en llevar a cabo una limpieza étnica contra el pueblo palestino. Netanyahu siempre fue un miserable, pero con los años se ha vuelto aún más radical, más cínico, más cruel. Se ha rodeado de los sicarios más monstruosos, ministros y aliados que justifican el odio y la masacre con un lenguaje que hiela la sangre. No buscan seguridad. Buscan tierra vacía de palestinos. Y lo están logrando a base de sangre y fuego.

Cada vez que veo la imagen de un niño palestino cubierto de polvo y sangre, cada vez que oigo los gritos de una madre, cada vez que escucho el silencio de quienes deberían alzar la voz, siento vergüenza.

No puedo, no quiero, mirar hacia otro lado.

Si tienes un mínimo de conciencia, de empatía, de dignidad, no te calles.

Esto no es un conflicto. Esto es una masacre.

Y si no decimos nada, si no hacemos nada, somos parte del problema.