01 octubre 2018

Quieres que llegue el invierno

Ya sé que quieres que llegue el invierno. Que no te gusta el verano, ni el Sol, ni la playa, ni su engorrosa arena. También sé que no te gusta la oscuridad, ni el olor rancio de la humedad, que se te mete hasta la más oculta de tus fibras. Que esperas a que abran las puertas y que te liberen de la madera sucia de este viejo ropero y volver a pasear por los parques de la ciudad; pero no olvides que este es el sino de los abrigos de paño. 
Entiendo tu añoranza por el frío, por esos días en que el viento gélido acaricia tu lana y los copos de nieve se posan suavemente sobre tus pliegues. Aguardas paciente, mientras el calor se desvanece lentamente, imaginando esos momentos en los que vuelves a ser útil y necesario. La vida en la penumbra del armario no es fácil, lo sé. La espera se hace eterna y las sombras que te rodean se vuelven compañeras indeseadas. La madera cruje con cada cambio de estación, y el moho amenaza con dejar su impronta.
Pero no desesperes, querido abrigo. El verano no es eterno y tu momento llegará. Las puertas se abrirán, la luz volverá a acariciar tus botones y la brisa invernal te envolverá una vez más. Entonces, volverás a sentirte vivo, recorriendo las avenidas, protegiendo del frío a quien te lleva. Ese será tu instante de gloria, cuando el invierno te devuelva a la vida y los días soleados sean solo un recuerdo lejano.
Hasta entonces, resiste. La oscuridad no dura para siempre y la madera vieja no puede contener tu esencia. Llegará el día en que los parques te vean pasar, que las hojas secas crujan bajo tus pasos, y que el viento frío sea tu compañero. No olvides que, aunque el ropero sea tu prisión temporal, el invierno siempre vuelve, y con él, tu propósito.
Fuente de las imágenes: Pixabay