
19 diciembre 2009
Siempre nos gustó la sangre

18 noviembre 2009
Venta de mi libro

35003 LAS PALMAS DE GRAN CANARIA - LAS PALMAS
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Islas Canarias (España)
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16 noviembre 2009
La última nota del curso
Pero la cosa se retorció cuando comenzó a ir a la escuela y se encontró con el mundo de las matemáticas, la lengua, la física, la química y la ciencia. ¿Por qué el mundo era tan difícil y complicado cuando todo podía ser más sencillo? No lo comprendía.
Pero Leonides tenía voluntad y mucho tiempo, y, esos dos elementos, fueron los que apuntalaron, desde la base, su futuro como estudiante.
Fue pasando de curso como el que escala una montaña, paso a paso, centímetro a centímetro, hasta que llegó a la Universidad.
Allí siguió utilizando aquel binomio que le había dado tanto éxito, voluntad y tiempo.
Así llegó al último año de carrera, donde se encontró con la asignatura más enrevesada de toda su vida: Análisis cuántico de la bipolarición óptica refractaria. Esta materia era impartida por el profesor Euclides, que tenía fama de ser uno de los más duros de la universidad y que siempre había visto en Leonides a un alumno mediocre, poco inteligente y con poco futuro como profesional de las telecomunicaciones.
Leonides se dedicó de lleno a la asignatura, porque sabía que tendría problemas. Sacó el tiempo y la voluntad de donde no las tenía, incluso, dejó algunas materias para febrero para dedicarse, con todas sus fuerzas, a escalar una de las vías más complejas de aquella montaña de cinco picos, que era la universidad.
Cuando llegó el día del examen, estaba preparado, seguro de sí mismo y con la confianza suficiente para saberse vencedor, hasta que le dio la vuelta al ejercicio. En ese instante comprendió que no iba a ser nada fácil. Justo en el momento en que el profesor dijo con su voz lacónica «Comienza el examen» sus miradas se encontraron; él con la mirada fría y distante y el profesor con una sonrisa forzada y cínica.
Al día siguiente fue a mirar las notas. Se buscó en el listado que estaba colgado en el tablón de anuncios. Siguió con el dedo índice cada uno de los nombres que formaban su curso, mientras oía como su corazón empezaba a desbocarse. Se detuvo en su nombre y con un solo golpe de vista, vio la nota: 4,99 -- Suspenso.
Miró el horario de las tutorías del profesor Euclides, todos los días a partir de las 13:30 horas. Giró su muñeca y observó que eran las 13.15 y decidió esperar. Quería una explicación razonable, si es que la había.
Cuando se hizo la hora, tocó en la puerta del despacho del profesor, oyó como lo invitaba a pasar y este le dijo:
- No se ha demorado usted mucho en venir a reclamar la nota.
- He venido a ver mi examen y para que me de una explicación lógica de esa décima que me ha dejado fuera del aprobado.
-¿Una explicación lógica? No sé si mi explicación será lógica.
- Pero es que una décima no es nada.
-¡Nada! Esto afirma lo que pienso de usted, caballero. Un décima es mucho, tanto que puede, por ejemplo, dar al traste con toda una investigación científica.
-Sí, pero esto no es una investigación científica, es un simple examen. Creo que yo he sido un buen alumno, nunca he faltado a clase y he hecho todos los trabajos que usted ha propuesto.
- Cierto, pero el examen es el examen y usted no lo ha aprobado. Simple y llanamente.
- Sí, por una décima.
-A ver como se lo explico para que usted me entienda. Una décima puede ser la frontera entre la vida y la muerte, entre el quedarse o pasar, entre el subir o bajar. ¿Entiende?
-No, no lo entiendo.
-Pues si no lo comprende... no hay nada más que hablar. Está usted suspendido y eso no lo va a cambiar nadie -dijo tajantemente mirando sus papeles.
Leonides miró a su alrededor preguntándose por qué las cosas eran tan complicadas. Observó la mesa del profesor Euclides, con montañas de papeles que casi no dejaban el mínimo espacio para el trabajo y que seguía perdido entre sus papeles, dando la conversación por terminada.
Él se dio media vuelta, abrió la puerta para salir, pero pudo ver que en la estantería había un cutter amarillo de quince centímetros. Se detuvo, lo cogió, apretó el botón para sacar la cuchilla de acero, se giró y le dijo al profesor:
- He pensado en eso, de que una décima puede ser diferencia entre la vida y la muerte. Y tiene usted razón.
El profesor levantó la cabeza, y en ese preciso instante, Leonides le cortó el cuello de un tajo. Se sentó frente al profesor viendo como se desangraba intentando parar la hemorragia con sus manos, pero nada podía hacer, la sangre salía borbotones salpicando todo lo que encontraba a su paso.
Leonides se levantó, se acercó al profesor, desplazó la silla hacia atrás y contempló en la pantalla del ordenador su ficha. Buscó la casilla en la que estaba el cuatro coma noventa y nueve, la seleccionó con el ratón y la cambió por un cinco. Cerró el programa de calificaciones, se metió el cutter en el bolsillo de la sudadera y cuando se iba, pensó:
- Qué cosas hay que hacer para cambiar una décima.
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https://steemit.com/spanish/@moises-moran/la-ultima-nota-del-curso
13 noviembre 2009
11 noviembre 2009
Sabes mejor que nadie que me engañaste
En su trabajo, el día transcurrió como todo los días, pero con la sombra de aquel desasosiego que le anegaba el alma y aquella losa en la boca del estómago. Pero a eso de medía mañana, se empezó a sentir mal, habló con su jefe y volvió a su casa.
Cuando llegó no encontró a su mujer. Miró su reloj, eran las once de la mañana. Cogió su teléfono móvil y la llamó. Apagado o fuera de cobertura, le había dicho aquella voz impersonal y binaria. Estará con su amiga Rita, pensó. Buscó en la agenda el número de Rita, la llamó y esta le contesto:
-No, conmigo no está Sabino, pero lo curioso es que tampoco localizo a Andrés. Llevo tres horas como una loca intentando localizarlo y no hay manera. Sabes, es que quedé con el para que ayudara a medir las ventanas para hacerme unas cortinas para nuestro nuevo piso. ¿Tú me podrías echar una mano? Claro, si no tienes nada mejor que hacer.
-Bueno, si no hay que hacer muchos esfuerzos. Es que no me encuentro muy bien.
-Pues vale, te paso a buscar en cinco minutos. Te hago una perdida, y bajas.
Después de seis minutos, recibió la llamada perdida y bajó. Durante el trayecto hacia el piso de Rita y Andres, estuvieron hablando de como les iba la vida y Sabino le preguntó que cuando pensaban casarse y ella le contestó que por lo pronto tenían que ir poco a poco amueblando el piso y que después ya se vería.
Cuando llegaron, subieron hasta el noveno piso, Rita sacó las llaves, y se extrañó de que no tuviera todas las vueltas. Al entrar oyó gemidos y gritos que provenían de la alcoba que solo hacia dos días que había comprado. Entró preguntando quién estaba ahí, seguida de Sabino. Se fueron acercando hasta la habitación principal, y se encontraron con la mujer de Sabino sentada a horcajadas encima Andrés que al verlos, se levantaron quedando como Dios los trajo al mundo. Sabino miró a su mujer, sin decir nada se dio la vuelta y se fue, mientras oía los gritos de Rita que utilizaba todo su diccionario barriobajero para insultar a su futuro esposo. También oyó como su nombre se perdía en el eco de aquellas habitaciones vacías, Sabino, Sabino, Sabino... No esperó al ascensor, bajó las escaleras como buscando una explicación a todo aquello, pero no la encontró. Su mujer con Andrés, no se lo podía creer. Ahora comprendía muchas cosas, justamente ahora. Recordó aquel día, en que ella le presentó a un viejo amigo, Andrés y su flamante nueva novia, Rita. Aquellas miradas, aquellas roces, aquellas palabras; ahora todo encajaba, pieza a pieza, como el más perfecto de los puzles.
También en:
https://steemit.com/spanish/@moises-moran/sabes-mejor-que-nadie-que-me-enganaste
06 noviembre 2009
Siempre quedará Manolo
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Galería White Cube |
Marcia había llegado a los cuarenta, soltera, habiendo vivido una vida tranquila y sin muchos sobresaltos. Nunca se le habían conocido novios, ni amigos con derecho a roce, ni folloamigos ni siquiera amantes oficiales, ni nada que se le pareciera. Las malas y viperinas lenguas del barrio, decían que su soltería se debía a su tendencia secreta por la pasión lésbica y que, de madrugada, cuando los gatos maullaban por la calle veintidós, ella salía en busca de los besos y las caricias de las amazonas del puerto.
Manolo sabía que puntos de su cuerpo tocar y lo hacía con suprema maestría. Sin decir una palabra, se movía como pez en el agua, jugando en su entrepierna, haciendo los movimientos exactos y precisos, ni uno más ni uno menos, hasta conseguir que todo su cuerpo se estremeciera de tal forma, que no tenía otro remedio que soltar un gran grito de placer cuando le llegaban aquel conjunto de orgasmos, uno detrás de otro.
Pero un día, Marcia, decidió salir en busca de otras aventuras sexuales, porque simplemente quería saber si podía alcanzar, con otros amantes, el placer que le daba Manolo.
Sin dudarlo mucho, se tiró a la busca y captura de nuevos amantes, y le fue fácil, porque los hombres siempre están dispuestos a meterla en caliente, sin muchos miramientos. Probó con uno, luego con otro, así, hasta llegar a la veintena y siempre con el mismo resultado; ninguno daba la talla de Manolo, no le llegaban ni a la zuela del zapato.
Llegaba cada noche abatida y triste, mientras Manolo dormía en la oscuridad de la noche, en silencio y esperando el tacto caliente de su fiel Marcia, que por esta vez, no llegaba.
Marcia empezó a preocuparse, no podía ser que solo Manolo lograra satisfacerla y que no hubiera un solo hombre en el mundo que pudiera, si quiera, hacerla llegar a un puto orgasmo.
Incluso, se preguntó, si estaría encoñada a las caricias de Manolo, si era una sexoadicta o vaya usted a saber.
Con este desasosiego que la embargaba, pidió cita con una sexóloga, le expuso su caso y esta le comentó, que era algo extraño y que se podía deber, al carácter puramente sexual de Manolo, que de alguna forma, la predisponía física y mentalmente, a alcanzar el orgasmo.
Marcia no entendió nada de nada y cuando llegó a su casa, se tumbó en su cama en la oscuridad y mirando hacia el techo. Se desnudó despacio y mientras lo hacía, buscaba el roce de sus manos con cada parte erógena de su cuerpo. Sintió como su sexo se humedecía, abrió la piernas de manera inconsciente, a largo la mano, abrió el cajón de su mesilla de noche, para buscar a Manolo que la esperaba impacientemente debajo del tanga rojo de encaje. Lo agarró con fuerza, apretó el pequeño botonsito azul y lo puso en marcha. Se lo llevó a la boca, lo chupó con lascivia, sintiendo sus agradables vibraciones, se lo pasó por su cara, por su cuello, por sus pezones, bajando poco a poco, hasta llegar a su vagina, para finalizar introduciéndolo y terminar diciendo:
- ¿Qué haría yo sin ti, Manolo?
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https://steemit.com/spanish/@moises-moran/siempre-quedara-manolo

03 noviembre 2009
Todo por una llamada
-Creo que me he equivocado -dijo en tono de disculpa
-¿Sí? A veces las líneas o nuestra memoria nos la juegan.
-En este caso, ni una cosa ni otra. Creo que mi dedo índice ha tenido un delirio de anarquía y ha reivindicado su derecho a tocar la tecla que le ha dado la gana.
-Mal asunto ese, así empiezan las revueltas revolucionarias, con uno que quiere libertad, se le suman los otros y con el tiempo, tendrás en tu mano, la República Independiente de Manolandia.
-Jajajajajajaja, sí, sí, pero espero que no ocurra, no quiero verme en una guerra por controlar las revueltas en mis manos. Hoy por hoy, no tengo ganas de guerra, más bien de paz y amor. O mejor, el cuerpo me pide más haz el amor y no la guerra.
-Entonces eres de mi equipo. Yo también prefiero más lo uno que lo otro. Antes de que cortes la conversación y te pierda para siempre ¿Cómo te llamas?
-Cande.
-¿Cande, de Candelaria?
-Sí. Can-de-la-ria.
-¡Joder! Como mi abuela.
-Sí, es un nombre de abuela. No sé en quien estaba pensando mi madre. Quizás en su abuela, que era tinerfeña.
-Yo me llamo Noé, y no soy veterinario.
-Jajajajajaja. Pues, tu nombre, es, es....peculiar. Me gusta. No conozco a nadie que se llame así. No sé, pega mucho con tu voz.
- ¿Mi voz? ¿Qué le pasa a mi voz?
- Es muy bíblica.
-Muy bíblica. Mira, es la primera vez que me lo dicen.
-Pues sí, me gusta mucho tu voz.
-Gracias. Oye, ya tengo que cortar, pero déjame que anote tu número. Es que aparece aquí en la pantallita digital. ¿Puedo llamarte otro día?
-Uhmmm, -dijo dubitativa- claro que sí, porque no. Definitivamente este ha sido un día diferente y como dicen por ahí, cuando se cierra una puerta, en otro lugar se abre otra.
-Sí, muy cierto. Pero eso de las puertas, me lo tienes que explicar otro día.
-Claro, claro.
-Pues eso, corto y cierro.
-Vale, hasta otra, Cande.
-Eso mismo, Noé, hasta mejor ver.
Oyó el clic seco cuando Noé cortó la comunicación. Se quedó unos instantes pensando sobre lo que había ocurrido, sonrió pensando que la vida está llena de casualidades y que ya tenía algo más que contarle a su hermana, aparte de la carta de despido, finiquito incluido, que tenía que darle a Manolo.
26 octubre 2009
El cuarto oscuro
Ariel buscó el papel donde tenía anotado la dirección. Se puso sus gafas de cerca y se arrimó a una farola para ver con claridad el lugar exacto del pub «Encuentros». Después de caminar unos minutos, encontró la calle y buscó el número 33. Desde lejos pudo ver el Pub que estaba franqueado por un gran cartel luminoso y una gran bandera multicolor. En un primer acercamiento, pasó de largo mirando con el rabillo del ojo el ambiente que había en la puerta, en la que había, tres o cuatro chicos que hablaban y se reían abiertamente. Al llegar a la esquina de la calle, giró sobre si mismo y volvió a pasar por delante del pub. Unos de los chicos, que lo venía observando desde hacia unos minutos, le dijo:
-¡Guapo! ¡Qué no mordemos!
Justo en ese momento, Ariel se detuvo, se giró, miró al chico y sonrió. Volvió sobre sus pasos decidido a entrar en el pub. Cuando estaba en la puerta, el chico al que le había sonreído, le dijo:
-Guau, guau ¿Si quieres puedo ser tu perrito?
Él le volvió a sonreír, al tiempo que bajaba las escaleras. Al entrar, tuvo que esperar unos minutos hasta que sus ojos se fueran adaptando a la semioscuridad del local Gay. Cuando se habían acostumbrado a la penumbra, pudo ver todo el ambiente que crecía a sus alrededores, con cantidad de parejas abrazadas que se besaban y se acariciaban. En un primer instante, los nervios y el pudor de los años de silencio, lo atenazaron. Pidió un Whisky con dos piedras de hielo. Siguió observando todo ese mundo que estaba descubriendo, las miradas cómplices, los besos lejanos, las sonrisas intencionadas y las caricias furtivas.
Cuando el tercer Whisky estaba sobre la barra, el joven que había visto en la entrada se le acercó y el dijo:
-¿Qué? ¿Más tranquilo? ¿Es la primera vez?
-Sí, digamos que soy virgen en todos los sentidos -dijo, llevado en volandas por los efluvios del alcohol y el deseo.
-¿Virgen? ¡Madre del Amor Hermoso!
- ¿Hay cuarto oscuro?
-Sí, pillin, sí hay.
-Pues llévame.
-Sígueme, Santa Virgen del Armario .
Ariel lo siguió, atravesando todo la sala, observado por casi todos los presentes que sonrían a su paso. Llegaron a la entrada y el chico le dijo:
- Relájate y déjate llevar por los sentidos. Sobre todo no hagas nada que no quieras hacer. Sé tu mismo.
El chico se le acercó lo suficiente para ver el intenso azul de sus ojos y sin esperarlo, le dió un pico en los labios. En ese instante su cuerpo se estremeció como nunca lo había hecho y, sin pensarlo más, entró en el cuarto oscuro.
No veía nada, estaba en la oscuridad más absoluta. Su corazón empezó a palpitarle como un caballo desbocado, hasta que sintió el cálido roce de unos labios, la húmeda caricia de una lengua que buscaba la suya, una mano que jugaba con su cara y otras que le tocaban cada centímetro de su cuerpo. Dejó en libertad los deseos ocultos y se dejó llevar por aquel nuevo ser que llevaba dentro y que, por primera vez, veía la luz, una luz tan clara como el día.
También en:
https://steemit.com/spanish/@moises-moran/el-cuarto-oscuro
16 octubre 2009
La vecina del décimo noveno
También en:
https://steemit.com/spanish/@moises-moran/la-vecina-del-decimo-noveno
15 octubre 2009
Portada de mi libro de relatos que verá próximamente la luz.
07 octubre 2009
El olvido
06 octubre 2009
La culpa
04 octubre 2009
A Mercedes Sosa
27 septiembre 2009
El secreto de un sueño
Recordaba con nitidez cuál era el color de sus ojos y de su cabello, la forma de sus labios, la calidez de su lengua, el olor de su piel sudorosa, el sabor salado de sus pezones y el sensual tono de su voz cuando le decía:
«Dime que me quieres»
Buscó en su móvil las últimas llamadas que había recibido, buscando un resquicio de realidad, pero solo encontró las cinco llamadas perdidas de su ex-mujer, que buscaba cualquier excusa para recordarle que ya se estaba retrasando con el pago de la pensión alimenticia. Quizás todo había sido un magnífico sueño, de esos que se parecen tanto a la realidad que no sabes si pertenece a ella o al mundo de la duermevela.
Se metió en la ducha y luego se vistió con el traje azul marino, la camisa blanca, la corbata gris y los zapatos negros. Le esperaba un día duro en la oficina central.
Cuando cogió el teléfono móvil para meterlo dentro de su cartera, sonó el tono de aviso de un WhatsApp. Pensó que sería un mensaje de su ex-mujer, pero esta vez se equivocaba. Entró en al aplicación, abrió el mensaje que parecía ser de un remitente desconocido y leyó:
«No olvides que eres mi secreto y que espero que algún día me digas que me quieres».
24 septiembre 2009
Volver a encontrarte
Quiero que sepas que no dejaré de buscarte, porque sé que tarde o temprano volverás a aparecer quizás, no a toda página en los periódicos locales en los que suelo buscarte, quizás, te has ido hacia alguna revista de moda que tendré que comprar para volver a mirarte.
21 septiembre 2009
Pascual, la compra y la ciática.
Una mujer rubia observó la escena desde lejos, se acercó, miró a un lado y otro, mientras veía como Pascual se alejaba, cogió las cinco bolsas y se marchó calle abajo con la compra de la semana.
Por el camino, Pascual se percató de dos cosas, que había perdido la compra y que sería muy difícil explicarle al taxista que no tenía un chavo para pagarle la carrera.
19 septiembre 2009
Fuimos lo que fuimos
16 septiembre 2009
Vecinos
15 septiembre 2009
Besos
11 septiembre 2009
Recuerdos
10 septiembre 2009
El Mar
09 septiembre 2009
Encuentro casual
08 septiembre 2009
17 agosto 2009
Nunca te he escrito
17 julio 2009
Relato sobre un cuadro de Antonio Padrón "Niño con barco"
También en:
https://steemit.com/spanish/@moises-moran/el-nino-y-el-barco
29 junio 2009
Mi relato "En B" en Literatura libre
18 junio 2009
Presentación Libro "VOLUNTAD Y PALABRA" Libro del Taller de Escritura 2008 de Ámbito Cultural Coordinado por Marisol Llano Azcárate

Ayer, Ediciones Idea y El Corte Inglés presentaron el libro "Voluntad y palabra". En dicho libro se recogen un conjunto de relatos de 41 nuevos narradores (entre los cuales me encuentro yo) del Taller de Escritura 2008 de Ámbito Cultural que estuvo coordinado por Marisol Llano.
04 junio 2009
Te perdí
02 junio 2009
En B
Incluso en aquellos angustiosos momentos, el señor Zaisberger creía tenerlo todo bajo control. Pero eso no era del todo cierto. Tenía tras de sí a cinco policías daneses, que esperaban con impaciencia que les dijera dónde estaba el libro de contabilidad “B” de Dan Malgenderson.
También en:
https://steemit.com/spanish/@moises-moran/la-caja-b
21 mayo 2009
Publicación de mi relato Un tiro, y después otro en la página web: http://www.literaturalibre.com

La página web literaturalibre ha publicado mi relato "Un tiro, y después otro" que es una versión adaptada con la jerga callejera de Colombia. Espero que les guste.
24 marzo 2009
Los que llegaron a ser y los perdí
no sé cuando los perdí,
ni porqué,
solo sé que los perdí,
de ellos solo quedan entelequias
y recuerdos.
Llegaron a ser, a sentir, a amar,
a sonreír, y se fueron en busca
de otro ser, de otro sentir,
de otro amar y de otro sonreír.
No sé si volverán, ¿y si vuelven?
Volverán a ser, los volveré a sentir,
los volveré amar, y les volveré a sonreír.
Porque no engraso los ejes....
me llaman abandonao.
Porque no engraso los ejes
me llaman abandonao.
Si a mí me gusta que suenen,
pa' qué los quiero engrasaos.
Si a mí me gusta que suenen,
pa' qué los quiero engrasaos.
Es demasiado aburrido
seguir y seguir la huella,
Es demasiado aburrido
seguir y seguir la huella,
Demasiado largo el camino
sin nada que me entretenga.
No necesito silencio,
yo no tengo en qué pensar.
No necesito silencio,
yo no tengo en qué pensar.
Tenía, pero hace tiempo,
ahora ya no pienso más.
Tenía, pero hace tiempo,
ahora ya no pienso más.
Los ejes de mi carreta,
nunca los voy a engrasar.
18 marzo 2009
Te he construido en todas las noches de tu ausencia. Una poesía del baúl de los recuerdos
Te he construido en todas las noches de tu ausencia,