Déjame andar junto a ti, acompañando a tu sombra, atada a ella, como si de un perro se tratara. Déjame perseguir el perfume de tu cuerpo, ese que cultivas en las noches y que regalas en las mañanas. Déjame recostarme a tu lado, para sentir el hálito de tu alma e intentar retenerlo en mi memoria. Déjame descubrir tus montes, tus selvas y tus cuevas, siguiendo la brújula de tus gemidos. Déjame, al fin, estar junto a ti, para ser más de lo que soy y convertirme en la ola eterna de tu playa. Fuente de la foto: propia